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Madres venezolanas que emigraron en búsqueda de un mejor futuro para sus hijos cuentan su historia

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Guatemala, Colombia y Perú, le abrieron las puertas a tres de cientos de madres venezolanas que decidieron migrar y descubrir otras culturas, ninguna de las tres, que hoy cuentan su historia para CaraboboEsNoticia, se conocen, tampoco tienen en común la profesión, pero sí coincidieron en lograr un objetivo; buscar un mejor futuro para sus hijos.

Hoy cuando en Venezuela se celebra el día de las madres, cada una nos cuenta cómo festeja este día especial, aunque no existe un manual para ser madres, ellas han creado uno para sí mismas, y de esa manera darle protección a sus hijos en un país que no es el suyo, pero que los ha recibido con los brazos abiertos de una madre.

 Ellas, lo dejaron todo por sus hijos, y comenzaron de cero confiadas en verlos crecer y darles educación, porque para una madre sus hijos es fuente inagotable de amor.

Migrar me hizo recuperar las ganas de soñar 

Una de nuestras protagonistas es comunicadora social, mención Desarrollo Social en la Universidad Cecilio Acosta, en Venezuela; posee una maestría en Comunicación Social Corporativa en la Universidad Politécnica de Catalunya, también es locutora, y ahora gerente de comunicación corporativa en la empresa Cementos Progreso en Guatemala, pero sobre todo mamá de Moisés Alfonso Salazar Dávila, de 12 años de edad.

 Ilyanova Dávila, partió de Venezuela hace siete años cargada con varias maletas llenas de sueños y muchas esperanzas, su destino fue Guatemala, país que la recibió y le ha dado hasta ahora un futuro prometedor para su familia, especialmente para su hijo Moisés, quien ha aprendido a caminar en otras tierras con paso firme y seguro.

En Guatemala se celebra todos los 10 de mayo el día de la madre, este año cayó lunes, y las autoridades de ese país otorgan el día libre a las madres en sus trabajos y en los colegios, para que los hijos compartan este día especial con la persona que le dio la vida, “eso me llamó la atención cuando llegué a este país, porque promueven de alguna forma la unión familiar”, dijo Ilyanova Dávila.

Relata Ilyanova que para esta fecha, en Venezuela procuraban reunirse con toda la familia en la residencia de su  abuela Ana Sutrum, en la urbanización Los Sauces, municipio Valencia, donde todo giraba en torno a un almuerzo para estar juntos.

Ahora en Guatemala, todos los días, le da gracias a Dios, por tener la posibilidad de celebrar esta y otras fechas con su mamá Ivónne Sutrum, quien lleva cinco años en ese país, y aunque extraña no poder compartir con su abuela y tía Roselmy  Guinand Sutrum, quienes siguen en Venezuela, siempre mantiene una comunicación constante con ellas.

“Los retos de criar a mi hijo Moisés en Guatemala, son los mismos que tiene una madre en cualquier país del mundo, toca aprender cosas nuevas, la historia, la geografía de Centroamérica,  los símbolos patrios, la cultura, tradiciones, y hasta cantamos con mucha emoción su himno, porque ahora éste es nuestro país”. Dijo Dávila.

“También  aprendimos que la flor nacional es La Monja Blanca, y lo que significa para un Chapín (guatemalteco), las champurradas que son una galletas bien ricas, o el Pinol, que es un atol que se elabora en la zona de San Juan Sacatepéquez, patrimonio cultural intangible de este país, pero sin olvidar las playas de Venezuela, tomarse un Tody caliente, una chicha fría, una arepa o una empanada, eso representa nuestra entidad” acotó la reconocida periodista venezolana.

“Guatemala nos ha tratado como una gran madre que nos protege, todos los días bendigo a este país y su gente, porque desde cuando llegamos recibimos mucho apoyo y nos hizo aliviar esa tristeza que uno se trae de Venezuela  porque deja su casa, sus amigos y sus sueños primarios”.

 Agregó que “Lo más difícil de salir de Venezuela, fue tomar la decisión, pero llegamos buscando nuevas oportunidades, y la hemos encontrado, migrar me hizo recuperar las ganas de soñar y sobre todo me hizo ver que podía hacer cosas increíbles y nunca me las había planteado”.

“Me recibió una buena amiga (Erika Piña), quien también es madre venezolana, llegamos a su casa, luego ella compró una nueva, y yo me quedé en esa residencia alquilada por un año, hasta cuando compramos la nuestra, comencé a trabajar a los siete meses de haber llegado, y mi esposo Publio Salazar, lo hizo a tan solo dos meses”, recalcó la joven locutora.

“A veces me da nostalgia porque siento tan lejos mi origen, todos saben que me gusta trabajar en los medios, amo la radio, y aunque aquí  no me desempeño como locutora, no significa que no vuelva a hacerlo, Guatemala me ha brindado la oportunidad de convertirme en gerente de comunicación corporativa de Cementos Progreso, se trata de una empresa consolidada, con 120 años de haber sido fundada”.

Cuenta que “La empresa ofrece soluciones para la construcción y tiene con un papel importante en el desarrollo del país, además posee muchas acciones de responsabilidad social y empresarial, y eso me hace sentir comprometida y feliz, tengo grandes compañeros y amigos que me han echado la mano de manera especial”.

“También trabajé en la Corporación Múlti Inversiones, por un año, pero me llamaron de Cementos Progreso donde estoy bastante contenta y satisfecha de haber aprendido cosas nuevas y todo lo que significa ser extranjero y conocer a fondo una cultura y compartir con la gente que te conecta. Guatemala es un país con muchas oportunidades, su gente es amable, muy trabajadora, y nunca se quejan”. Señaló Dávila.

“Hay cosas que uno gana, pierde y rescata, lo que rescato o extraño es mis amigos, Venezuela me dio muchísimo, creo que no quedaron cuentas pendientes entre Venezuela y yo, tuve los mejores amigos, maestros, los lugares para trabajar, las mejores oportunidades para expresarme, y ojalá Venezuela pueda recuperar su libertad, me siento satisfecha por lo que Venezuela me dio y ahora aquí en Guatemala, he recibido muchas bendiciones, estamos contentos, y aunque hay ausencia que pegan, este país y su gente me han hecho sentir en casa”. Finalizó Ilyanova Dávila.

Estamos acá por un futuro mejor para nuestros hijos

Angélica Gaitán, es otra de las madres venezolanas que partió del estado Táchira con destino a Bogotá -Colombia, buscando un mejor futuro para sus hijos, y aunque no ha sido fácil, pese a tener costumbres similares, encontraron un rincón donde han podido emprender y ver crecer saludables a sus retoños.

Aunque normalmente el Día de la Madre se celebra en Colombia el segundo domingo de mayo, la tercera ola de contagios masivos de coronavirus obligó a que esta importante fecha fuera postergada para el próximo 30 de este mes, mientras que en Antioquia se celebrará el 23 de mayo.

En ese sentido, Angélica destaca, que lo celebrará por partida doble, hoy en Venezuela y el 30 en Bogotá, pero lo más importante es tener a su lado, a sus hijos,  Kleiner y Milán, uno de 14 y otro de 5 años, quienes reciben todos los días el apoyo de su padre, Argenis Uribe, quien constantemente les habla de la responsabilidad y constancia, ahora más cuando se encuentra en un país, que no es el suyo, pero que le abrió las puertas para seguir adelante.

Angélica, es graduada como técnico superior universitario en Ciencias Penales y Criminalísticas, y trabajó aproximadamente por 12 años en Sofitasa, estado Táchira, como analista bancario.

Actualmente en Colombia se ha desempeñado en restaurantes como mesera y hasta cajera, oficios que ejerce con mucha dignidad porque lo hace con profesionalismo, y además le ha enseñado a valorar lo que tiene.

Reveló que decidió migrar ante la fuerte situación económica y social de su país, al igual que lo han hecho cientos de familias, que buscan un futuro mejor para sus hijos.

Junto a su esposo e hijos, todos los días agradecen a Dios por haberle permitido encontrar gente amable que de alguna manera los ayudó a establecerse y comenzar un nuevo destino.

Aun cuando añoran su tierra, su casa, sus padres, y familiares, les ha tocado adaptarse a una nueva cultura, que aunque se asimila a la nuestra, tiene sus bemoles.  Junto a sus hijos ha aprendido estudiar la historia de Colombia, gentilicio, cultura y costumbres, que para los niños no les ha sido difícil porque se adaptan rápidamente a los cambios.

Indicó Gaitán, que actualmente los niños están estudiando y gozan de beneficios, pero como madre siempre está pendiente de la evolución de cada uno, de modo que los cambios que se están generando actualmente en este país no se conviertan en un problema para ellos.

Asegura que aunque extraña a Venezuela, siempre le pide a Dios, que las cosas cambien para regresar, mientras tanto, observa con cautela el desenvolvimiento del país que los acogió como segunda patria.

Indicó en los días libres comparte mucho con sus hijos y esposo en los parques  de recreación, y centros comerciales de Bogotá.

Sostuvo que mientras tenga vida y salud, les regalará a sus hijos todo el amor de madre, “lo económico llega en la medida que necesiten, es por eso, que les ha enseñado el valor de cada cosa, así como el aprecio y el respeto hacia los amigos del colegio. De igual manera les recuerdo que en Venezuela tienen sus raíces, mientras tanto, Colombia, nos regala un pedacito de patria para vivir y respetar a sus semejantes”. Finalizó Angélica Gaitán

Sobreprotectora de sus hijos y ahora de su nieta

Doris Yelitza Herrera Brizuela, es carabobeña, profesional de la educación y madre de Santiago Guillén y Niyedit Guillén, quien la hizo abuela de una hermosa niña de nacionalidad peruana, llamada Anastasia Samara Cabañas.

La familia encabezada por Luis Jonas Cabaña, compañero  de vida de Doris, impulsó a sus seres queridos a migrar en búsqueda de estabilidad económica y social. 

Primero partió Luis, junto a su hija Niyedit, luego lo hizo Doris y su hijo Santiago, quienes viajaron vía terrestre hacia Colombia, y tiempo después toda la familia se radicó en Perú, donde actualmente inician un emprendimiento  de comida rápida en la provincia Tacna, ubicada en el sur de Perú, cerca de la frontera con Chile.

Revela que siempre ha sido sobre protectora de sus hijos, pero en Perú, se le activó mucho la vena de salvaguardar a los chamos, porque sencillamente no conocían la zona,  no sabían a dónde ir, o a dónde llegar, y el sistema de seguridad, pero gracias a Dios, han aprendido a movilizarse, por esa razón, “Le agradecemos a  Perú por habernos acogido como si fuéramos sus hijos”. Indicó Doris.

Como madre le agradece a la vida por permitirles estar juntos, y aunque no ha sido fácil en un país extranjero, han contado con el apoyo incondicional de Luis, quien ha estado pendiente de cada uno, y da su vida por verlos felices.

Asegura que la nostalgia por su patria le pega porque tiene a su madre Máxima Brizuela, sus hermanas Tirsa, Karen y Eduardo Herrera, sobrinos, cuñados y amigos en tierras venezolanas, donde habitualmente se reunían para festejar en familia el día de la madre, y al no tenerlos cerca, se entristece, pero le envía las mejores energía que le regala a su vez su nieta Anastasia, quien se ha convertido en un sol para toda la familia.

Indicó que nada ha sido fácil, se trabaja muy duro y se devenga poco por ser extranjero en comparación al salario que le ingresa a un nativo, pero sin embargo, les ha ido mejor que lo que estarían en su tierra natal.

Finalmente señala que como madre está contenta porque tiene a sus hijos junto a ella, y ahora su nieta, hace que todas las tristezas se conviertan en alegría, y  mantienen el impulso de prosperar todos los días.

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