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Una sonrisa…siempre ayuda

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(Por: Lionel Álvarez Ibarra)

.-La conferencia había transcurrido de manera muy agradable esa fresca mañana de octubre. Explicaron cómo las emociones afectan la bioquímica de nuestro organismo. Cuando una persona experimenta rabia, ira, miedo, o cualquier otra emoción similar, libera cortisol, la hormona del estrés, que por momentos puede ser útil y necesaria, pero si se mantiene en niveles elevados por mucho tiempo, puede ser dañina, y conducirnos a variadas enfermedades.

Afortunadamente, nuestro cuerpo también puede generar sustancias como la dopamina, o la serotonina, que son hormonas asociadas a la alegría y al optimismo. Una de las estrategias para liberarlas es sonreír. Todas las mañanas podemos levantarnos, vernos al espejo, dar gracias a Dios por el nuevo día, manifestar que nos sentimos bien, y ¡sonreír! Esa sencilla estrategia logra «engañar» a nuestro cerebro, no importa si la sonrisa no es genuina, nuestro subconsciente la acepta como verdadera e inmediatamente activa  los mecanismos para hacernos sentir mejor, tal como corresponde a la sonrisa que hemos esbozado

La primera sesión de la charla terminó y nos permitieron un receso. Durante el refrigerio todos  disfrutábamos de nuestras sonrisas, con excepción de dos señoras apartadas del grupo que tomaban café y permanecían muy serias. La conferencia se reinició y cuando la  temática estaba retomando el interés de la primera parte, una de esas «señoras serias» del refrigerio, pidió intervenir. Manifestó que no estaba de acuerdo con eso de que una mera sonrisa nos pudiese sanar ¿¡Cómo va a estar uno sonriendo con esta situación tan difícil!?, se preguntaba. Opinaba que los científicos no creen en Dios y es por eso que inventan esas teorías. Insistía en que lo único que puede sanarnos es Dios; y por allí se fue explayando hacia diferentes aspectos religiosos. Los asistentes comenzaron a impacientarse por el desvío que pudiese tomar la intervención.

El conferencista, retomando la palabra y el control, le preguntó como se llamaba. Ella respondió que su nombre era Sofia. Entonces amablemente le dijo: Gracias Sofia por tu participación. Acá respetamos las creencias religiosas de cada uno de los asistentes. Todo lo que hasta ahora hemos explicado ha sido estudiado por la ciencia. Generalizar que todos los científicos no creen en Dios pudiera ser errado. Sugiero revises tu apreciación, porque hoy en día, la mayoría de las investigaciones científicas sobre espiritualidad y religión, reconocen el poder y la influencia beneficiosa que ejercen sobre la salud y el bienestar.

Tienes razón cuando dices que la situación no está para sonreír, por ello en la estrategia, la sonrisa es fingida, y funciona cuando la persona tiene satisfecha sus necesidades básicas. No me atrevería a sugerirla a alguien que se levanta sin medicinas ni alimentos, sin agua y sin luz. Lo podría interpretar -y con razón- como una burla. En esos casos, nuestra ayuda debe manifestarse de otra forma.

El solo sonreír por supuesto, no asegura tu curación, pero estas poniendo la bioquímicas de tu cuerpo a trabajar a tu favor. Cuando la situación se torna difícil, tal como lo señalas, es cuando más necesitamos de esa sonrisa, porque como dice el dicho: «Al mal tiempo, buena cara».

Luego, quizás considerando la religiosidad mostrada por Sofía, hizo referencia a otras investigaciones dentro de la psicología, que sugieren que personas muy religiosas, algunas veces, por dejar todo en manos de Dios, pudieran adoptar conductas bastante pasivas con respecto a sus vidas y a su salud. Está bien confiar todo en Dios, pero debemos también poner de nuestra parte, por algo Dios dijo: «Ayúdate, que yo te ayudaré», agregó.

A continuación preguntó: ¿Por qué no sonreír? ¿Qué nos cuesta? Los asistentes comenzaron a gritar: «¡Qué se ría! ¡Qué se ría!  Sofia no tuvo otra opción  y su cara se llenó de esplendor cuando una sonrisa dibujó en su rostro, develando a la verdadera Sofia, una mujer que para ser completamente bella tan solo le faltaba eso ¡una sonrisa!

Al regresar esa noche a casa, llamé a mi hermana, que es estudiosa de la Biblia, para consultarle sobre esa frase: «Ayúdate, que yo te ayudaré».  Me explicó que era una expresión muy popular,  atribuida muchas veces a Dios, como lo hizo el conferencista, pero que no aparece tal cual en las escrituras. Sin embargo, recordó que había un versículo, que pudiera transmitir un mensaje similar  y me dijo lo buscara en Josué 1:9. Lo conseguí en mi Biblia y dice: «Mira que te mando que te esfuerces y seas valiente; no temas ni desmayes, porque Jehová tu Dios estará contigo en dondequiera que vayas».

La sonrisa siempre es fuente de satisfacción  ¿Qué esperas para sonreír?

Lionel Álvarez Ibarra
Noviembre 2020

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