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Una exposición perdida en el olvido

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Columna: Mejor Vivir

(Por: Arnaldo Rojas)

A propósito del 468 aniversario de Valencia, vale la pena recordar un episodio ignorado y olvidado. Se trata de un evento que convirtió a nuestra urbe en la capital mundial del arte. La Exposición Internacional de Valencia, realizada en 1955 con motivo de cumplirse 400 años de la fundación de la ciudad. 

Entre las conmemoraciones de tan magna fecha, desde el Ateneo un grupo de soñadores se propuso organizar una convocatoria artística sin precedentes en el país. Cuatro personajes son claves en la materialización de esta iniciativa: Frida Añez, presidenta del Ateneo para aquel entonces, y los pintores Braulio Salazar, Luis Eduardo Chávez y Oswaldo Vigas. Frida Añez y Braulio Salazar se encargaron de las gestiones administrativas y gubernamentales correspondientes. Luis Eduardo Chávez cumplió una labor muy particular: para que no fracasara el proyecto, hipotecó su casa, que serviría de fianza para asegurar el traslado de las obras, sobre todo de los invitados internacionales.

En una entrevista con el periodista Alfredo Fermín, publicada el 15 de junio de 1985 en el diario El Carabobeño, el maestro Chávez expresa: “La Exposición Internacional de Valencia ha sido el más grande esfuerzo que se ha hecho en Venezuela para hacer una verdadera confrontación artística entre Europa y América Latina. Aquella era una empresa sumamente difícil. Lo primero que nos pedían era una fianza de 300 mil bolívares por lo cual decidimos en la junta directiva del Ateneo, solicitar la ayuda de los banqueros de la ciudad. Frida y yo nos reunimos con aquellos señores podridos de plata y le expusimos la idea. Nos oyeron, se vieron las caras y no dijeron ni sí ni no. Muy decentemente se despidieron y nos dejaron totalmente desencantados. Yo no aguantaba la rabia. ¿Cómo aquellos hombres, y me provoca decir sus nombres, porque ahora los tienen como benefactores de Valencia, podían ser tan indiferentes con esta ciudad a cuyas costillas continuaban enriqueciéndose, ser tan indiferentes en momentos en que nos preparábamos para la celebración del cuatricentenario?”.

La posibilidad de traer a Valencia obras de los más grandes artistas plásticos de la época dependía tan sólo de una fianza. Pero Chávez no se amilanó, contactó a la compañía de seguros, ofreció como hipoteca su casa de herencia, ubicada frente a la plaza Bolívar, la cual fue más que suficiente. De manera que fue cerrada la negociación y superado el último obstáculo para montar la exposición.

Por su parte, Oswaldo Vigas, reconocido como otro gran propulsor del proyecto (y de quien, por cierto, se conmemora este año el centenario de su nacimiento), desplegó desde París, una labor muy valiosa, haciendo los contactos necesarios para recopilar obras de los artistas más reconocidos del momento. Tuvo que persuadir a pintores de países comunistas, como Rusia, para que enviaran a la muestra, ya que se negaban por repudio a la dictadura de Pérez Jiménez que imperaba en Venezuela.

Vigas también logró convencer para que participara, nada más y nada menos que a Picasso, algo que parecía imposible. De allí en adelante el sueño comenzó a tomar forma real y aquella ciudad de provincia se convirtió en centro de atención del arte mundial.

La exposición se montó con la participación de 30 países y 260 obras. Fue inaugurada el 25 de septiembre de 1955 y clausurada el 30 de noviembre del mismo año.

Entre los artistas internacionales se encontraban: Picasso (como invitado especial), Fernand Leger, Buffet, Hartung, Siqueiros, Rivera, Portinari, Petorutti, Guayasamin, Wilfredo Lam, Herbin, Magnelli, Viera Da Silva, Masson, Karel Appel y Vasarely. Se contó con dos secciones: internacional y nacional, para artistas nativos o residentes en el país. La sección internacional fue ganada por el frances Alfred Mannessier con su obra “Despertar de primavera”, mientras que Pascual Navarro recibió el premio correspondiente al arte nacional por su obra “Otoño” . 

La primera obra vendida fue “Recuerdos” de Hector Poleo. El cuadro más caro era de Fernand Leger, cotizado en 30 mil bolívares, seguido de “Retrato de Madame D”, de Picasso en 20 mil. 

Tras su clausura la Exposición Internacional de Valencia fue llevada a Caracas para ser exhibida en el Museo de Bellas Artes, por gestiones conjuntas del Ministerio de Educación y el Ateneo de Valencia. 

En la entrevista antes citada, el maestro Luis Eduardo Chavez manifestó una inquietud que es oportuno recordar: “Con el tiempo me ha quedado el pesar de que la exposición no fue evaluada en su justa dimensión, pues da la impresión que paso por debajo de la mesa con relación a otras habidas en el país. Quizás se debió a que la crítica de arte en el país se encontraba en pañales”. 

Con esta reseña queremos contribuir a reivindicar tanto el esfuerzo de quienes hicieron posible esta hazaña como la importancia del evento en sí mismo, desempolvarlo del olvido porque es parte importante de nuestra historia regional. 

Ilustraciones

Portada del catálogo de la Exposición Internacional de Valencia. 

Oswaldo Vigas con Picasso

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