Previous slide
Next slide
Previous slide
Next slide

Un mundo sin sonrisas

Previous slide
Next slide
Previous slide
Next slide
Facebook
Twitter
WhatsApp
Pinterest
Pocket

(Por: Arnaldo Rojas)

.-Hubo un tiempo en la historia humana en que era mal visto mostrar alegría. No fue sino hasta el siglo XVIII cuando la sonrisa comenzó a ser aceptada socialmente. De hecho, la búsqueda de la felicidad, tal como la conocemos actualmente, es algo relativamente nuevo en nuestra historia.

Todavía a comienzos de 1800, en lugares como Reino Unido y sus colonias en América del Norte, la gente se enorgullecía de ser un poco triste. Esto en gran parte se debía a que los colonizadores pertenecían a la corriente religiosa protestante la cual predicaba que nunca debes olvidar que eres un pecador y debes mantenerte humilde y serio ante los ojos de Dios.

Esta es una de las observaciones de Peter N. Steams en su libro «La felicidad en la historia del mundo» (2020).  Sin embargo, el autor aclara que “eso no quiere decir que la gente fuera infeliz, sino que tenía otro concepto de felicidad, por lo que no podemos juzgarlos según los estándares actuales, porque la felicidad, obviamente, es algo muy subjetivo”.

Pero si había la percepción de que era necesario disculparse por los momentos de felicidad, considerados una afrenta a Dios, acota Stearns, quien es profesor emérito de la Universidad George Mason (EE.UU.), especializado en historia social comparada e historia de las emociones. Tal vez por eso el célebre cuadro “Mona Lisa” (1503) presenta una modelo a medio sonreír.

El sentir pena por ser feliz cambió radicalmente en el siglo XVIII, al punto de que, en la redacción de la Declaración de Independencia de Estados Unidos en 1776, la búsqueda de la felicidad se consideró un derecho humano. La Constitución de Francia de 1793 igualmente hizo explícita la idea de que «el fin de la sociedad es la felicidad común». También hay que destacar que El Libertador Simón Bolívar en el Discurso de Angostura (1819) proclama que “el sistema de gobierno más perfecto es aquél que produce mayor suma de felicidad posible”.

«La nueva idea es que las personas no solo debían ser felices, sino que tenían la responsabilidad de parecer felices, produciendo algo así como un nuevo imperativo de alegría», señala Stearns en su libro.

«El resultado se mostró tanto en consejos escritos como, lo que es aún más impresionante, en una nueva voluntad de sonreír ampliamente y esperar sonrisas a cambio. Los buenos modales comenzaron a redefinirse para enfatizar lo positivo. Fue el fin del autocontrol taciturno y la sonrisa contenida, que fueron sustituidos por una mayor espontaneidad», explica el historiador.

Con relación a ¿qué llevó a un cambio de perspectiva tan grande, provocando la exaltación de la felicidad y la sonrisa? Peter Stearns considera que “hubo un gran cambio en el clima intelectual de las sociedades occidentales, asociado a la Ilustración». Lo cual es cierto y por eso al siglo XVIII se le llama el Siglo de las Luces, pero hay que recordar que este cambio ideológico se debió al enorme cambio socio económico que surgió con la Revolución Industrial y el nacimiento del Capitalismo.

Ese cambio en el contexto socio cultural estuvo estrechamente relacionado con el surgimiento de un mayor interés en una expectativa de felicidad. El aumento de la comodidad física y la prosperidad de algunas clases sociales, así como las treguas de epidemias y plagas, también despertaron una mayor sensación de optimismo.

A medida que la felicidad se convirtió en un objetivo social, las manifestaciones culturales -desde la novela escrita hasta las canciones y, más tarde, el cine- comenzaron a exaltar el amor romántico, basado en el noviazgo y el matrimonio, como forma de ser feliz.

Las novelas, un nuevo género literario por derecho propio, comenzaron a representar a mujeres con sonrisas “encantadoras” o “dulces”’, una clara señal de novedad. Ya en el siglo XIX comenzó una enorme presión sobre los escritores de ficción para que escribieran finales felices.

Actualmente en las sociedades occidentales se ha creado una obsesión con la felicidad y una dificultad para lidiar con la tristeza. Sin embargo, nos cuesta sonreír. La nueva doctrina digital nos está empujando hacia un mundo sin sonrisas o con sonrisas falsas. Hay que recuperar el equilibrio para disfrutar verdaderamente la alegría de vivir. 

Facebook
Twitter
WhatsApp
LinkedIn
Pinterest
Previous slide
Next slide
Previous slide
Next slide

Economía

Política

WP Radio
WP Radio
OFFLINE LIVE
Scroll al inicio