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Soy Garrick…mi mal no tiene cura

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Cuando niño, recuerdo a mi madre inmersa en sus oficios domésticos; y en momentos de mayor ajetreo, solía recitar la estrofa de un verso que decía:

«Aquí se aprende a reír con llanto y  a llorar con carcajadas»…
«¡Yo soy Garrick!… mi mal no tiene cura».

En una oportunidad me explicó que era parte de una poesía que le habían enseñado en la escuela, y que hacía referencia a un hombre que fue al consultorio de un médico, porque se sentía muy triste y deprimido. El galeno primero le aconsejó, que se casara y tuviera una compañera. Le respondió que ya estaba casado con una buena mujer. Entonces le dijo que viajara para distraerse. El triste paciente le dijo que viajaba bastante. Finalmente el médico  le sugirió que fuera a los espectáculos de Garrick, un afamado humorista de la época, que hacía reír y alegrar a miles de personas. Fue entonces cuando el resignado hombre le dijo: «Doctor ¡Yo soy Garrick!…mi mal no tiene cura».

Crecí imaginándome muchas veces la triste historia de Garrick, y la escena ante el médico. Había entendido su nombre como Garrid, terminado en d, y me sonó como francés, y por eso lo visualizaba siempre actuando en los teatros de Paris, repletos de personas, y haciendo reír al público. Me resultaba muy paradójico, cómo el comediante que, con su humor podía llevar tanto beneficio psicológico a su audiencia, no podía alcanzarlo para si mismo ¡Qué tragedia y qué ironía de la vida!
Fue muchos años después que, con la llegada de la internet, pude navegar y conocer de Garrick,  y de la poesía completa que recitaba mi mamá. Me sorprendió descubrir que no era francés, que se trataba de David Garrick, actor y dramaturgo británico, considerado una de las principales figuras del teatro inglés del siglo XVIII.  El bello poema, titulado «Reír llorando», es una inspiración del poeta mexicano Juan de Dios Peza.

Son muchas las personas que como el Garrick, descrito en el poema de Peza, llevan su angustia y su dolor por dentro. Algunos tratan de  disimular, pero la tristeza  se refleja en sus ojos, que son las ventanas del alma. Otros van con caras de pocos amigos esparciendo su mal humor. No provoca estar cerca de esas personas, obviamente, pero hay que ser amigables con ellas, no  porque se lo merecen, sino porque es cuando más necesitan que las comprendan. Son momentos para mostrar empatía y para escuchar pacientemente, sin juzgar.

Hay quienes, con la mejor intención, tratan de ayudar al amigo deprimido, sin lograr alguna mejoría. El que no sabe nadar, no debería lanzarse a tratar de salvar a alguien que se ahoga en un pozo profundo. Lo recomendable es guiarlo a que acuda a un profesional de la salud, un especialista que sepa nadar en las aguas turbulentas de la depresión y pueda traerlo a la orilla.

En la poesía del poeta mexicano, y que abajo  anexo, el deprimido humorista dice:
«¡Yo soy Garrick!…cambiadme la receta».
«Cuando mi madre lo recitaba decía: ¡Yo soy Garrick!… mi mal no tiene cura»… Una versión que me parece más bella.

Lionel Alvarez Ibarra
Julio, 2021
.
REÍR LLORANDO
Viendo a Garrick -actor de la Inglaterra-
el pueblo al aplaudirlo le decía:
“Eres el más gracioso de la tierra,
y más feliz…” y el cómico reía.

Víctimas del spleen, los altos lores
 en sus noches más negras y pesadas,
iban a ver al rey de los actores,
y cambiaban su spleen en carcajadas.

Una vez, ante un médico famoso, llegase un hombre de mirar sombrío:
sufro -le dijo-, un mal tan espantoso como esta palidez del rostro mío.

Nada me causa encanto ni atractivo;
 no me importan mi nombre ni mi suerte;
 en un eterno spleen muriendo vivo,
 y es mi única pasión la de la muerte.

-Viajad y os distraeréis. -¡Tanto he viajado!
-Las lecturas buscad. -¡Tanto he leído!
-Que os ame una mujer. -¡Si soy amado!
-Un título adquirid. -¡Noble he nacido!

-¿Pobre seréis quizá? -Tengo riquezas.
-¿De lisonjas gustáis? -¡Tantas escucho!
-¿Qué tenéis de familia? -Mis tristezas.
-¿Vais a los cementerios? -Mucho… mucho.

-De vuestra vida actual ¿tenéis testigos?
-Sí, mas no dejo que me impongan yugos:
yo les llamo a los muertos mis amigos;
y les llamo a los vivos, mis verdugos.

Me deja -agrega el médico- perplejo
 vuestro mal, y no debe acobardaros;
tomad hoy por receta este consejo
“Sólo viendo a Garrick podréis curaros”.
-¿A Garrick? -Sí, a Garrick… La más remisa
 y austera sociedad le busca ansiosa;
todo aquel que lo ve muere de risa;
¡Tiene una gracia artística asombrosa!
-¿Y a mí me hará reír? -¡Ah! sí, os lo juro;
Él sí; nada más él; más… ¿qué os inquieta?
-Así -dijo el enfermo-, no me curo:
¡Yo soy Garrick!… Cambiadme la receta.

¡Cuántos hay que, cansados de la vida,
enfermos de pesar, muertos de tedio,
hacen reír como el actor suicida,
sin encontrar para su mal remedio!

¡Ay! ¡Cuántas veces al reír se llora!
¡Nadie en lo alegre de la risa fíe,
porque en los seres que el dolor devora
el alma llora cuando el rostro ríe!
Si se muere la fe, si huye la calma,
si sólo abrojos nuestra planta pisa,
lanza a la faz la tempestad del alma
un relámpago triste: la sonrisa.

El carnaval del mundo engaña tanto,
que las vidas son breves mascaradas; aquí aprendemos a reír con llanto,
y también a llorar con carcajadas.    

Juan de Dios Peza

NOTA: La palabra inglesa spleen, representa el estado de melancolía o de angustia vital de una persona. La palabra tiene su origen en el griego splēn. Los griegos pensaban que el bazo segregaba la bilis negra por todo el cuerpo y esta sustancia se asociaba con la melancolía, por ello, en él diccionario inglés, spleen también denota al bazo. El diccionario de la Real Academia Española acepta la grafía «esplín».

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