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Sin teoría revolucionaria no hay práctica revolucionaria: Las tesis de abril en 1917

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(Por: Nelson Acosta Espinoza)

No tema amigo lector, no he atravesado el río ideológico y me he puesto del lado opuesto  al ocupado por los sectores democráticos. Lo que pretendo enfatizar es que en las actuales circunstancias que vive el país es imperativo elaborar una reflexión teórica con implicaciones prácticas para poder orientar las luchas
conducentes a un cambio de régimen.

Desde luego, se puede derivar de esta observación que la misma se encuentra ausente en los actores opositores que han participado en las recientes luchas políticas. Quizá, entre otras razones, esta circunstancia pesa para explicar  la baja tasa de éxito y el deterioro del entusiasmo  en la población.
El gobierno ha actuado con diligencia para apuntalar su aparato de propaganda. Ha elaborado una narrativa socio histórica y se ha “apoderado” de la historia Patria. Con el manejo de casi la totalidad de los medios de comunicación ha construido una suerte de hegemonía que ha colocado a los demócratas en una situación
defensiva. Tres objetivos se han intentado alcanzar con esta estrategia narrativa. Por un lado, resolver lo relativo al carácter y el contenido principal de su
agitación política, lo tocante a sus tareas de organización, y, por último, lo referente al plan de crear simultáneamente y por distintas partes, una organización combativa en el país.
 
Los demócratas, por su parte, han tenido poco éxito en elaborar una narrativa que compita con la oficialista. Parte de sus dirigentes en posiciones en la administración estatal y  municipal han actuado de administradores, que de suyo no es algo  fuera
de lo común. Sin embargo estas gestiones no se encuentran al servicio de un proyecto político común. Vale decir, una narrativa que enfrente a la gubernamental y se asiente en los valores cívicos existentes en cada región.
 
¿Que hacer? De nuevo la alusión a Lenin. En esta oportunidad nos referimos a las distintas sendas que la oposición democrática deberá transitar para alcanzar un sistema plenamente democrático.
 
En principio, la consolidación de la democracia expansiva en Venezuela ha de ser el resultado de articulaciones entre principios políticos (libertad, igualdad, justicia, participación, etc.) y las creencias que conforman el mundo de los apegos primordiales de la población.
 
El mundo religioso, el habla popular, el sincretismo religioso, el mestizaje , etc. Son fuerzas actuantes en el presente que pueden proporcionar las creencias que las libertades políticas deben proteger.
 
Es en el marco de una gramática de este género sería posible concebir la democracia, no como una abstracción, sino como un componente vital en la vida de los venezolanos. Ciertamente, sin teoría democrática no habrá una práctica cívica que la sustente.

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