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Reinaldo Del Prette, a un Año de su Partida. Su Pensamiento está Vivo

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(Por: Carlos Blanco)

A monseñor Reinaldo Del Prette le preocupaba lo que pasaba en el país. En una oportunidad alguien le pregunto: ¿si usted tuviera la oportunidad de hablar con el gobernante del país? Entonces ¿qué le diría? Asintió su cabeza y respondió, sin ningún tipo de titubeos: ”que contribuyera aliviar la carga tan pesada que lleva sobre sus hombros el pueblo de Venezuela”.

Con estas palabras, indicaba claramente que le afectaba en lo más íntimo lo que está sucediendo en el país y en la región.

En este contexto, en diversos relatos decía: “que llevaba a Venezuela en lo más íntimo de sus fueros; en el cerebro, corazón, en sus huesos y en su sangre”.

Sin duda, fue un hombre comprometido y entregado al servicio de la democracia y de la iglesia de Jesucristo. Por ello, nunca jugó el rol de imparcialidad, ante el acoso del declive de la democracia, así como ante el ascenso del autoritarismo vigente. Por lo tanto, nunca dejó de luchar porque los venezolanos, contáramos con una democracia plena, con una separación de poderes, un Estado de derecho y además, con justicia plena para todos, sin distinción de ninguna especie.

En atención a lo anterior, monseñor Reinaldo Del Prette  nació en los predios de la Pastora, que corresponde con el municipio Valencia un 17 de febrero de 1952. Sus padres fueron Jesús Gaspar Del Prette y Mercedes Lissot Del Prette y tenía como hermanos a Henry, Alberto, Jesús y Rosario. Su nacimiento se produjo en los tiempos en que el país se encontraba sometida bajo el oprobio de un gobierno dictatorial que conculcaba los derechos políticos y sociales de los venezolanos.

Sin embargo, en el interior del país, germinaba la semilla y la esperanza de construir un país mejor y la necesidad de alcanzar la asunción y la construcción de un sistema democrático, con oportunidades para todos.

En concordancia con lo anterior, sus estudios de la primera escuela conocida como la primaria se llevó a cabo en el Colegio La Salle de la capital carabobeña. De igual modo, cursó el Bachillerato en el Seminario Menor de Nuestra Señora del Socorro y en el Seminario Interdiocesano de Santa Rosa de Lima.

Seguidamente, tras obtener el título de Bachiller en Humanidades decide de forma libérrima cursar estudios de pregrado en la Universidad Católica Andrés Bello, de donde egresa como Licenciado en Filosofía. Apresura el paso y regresa a estudiar en la Universidad Santa Rosa de Lima en Caracas y allí obtiene el título de Licenciado en Teología.

Aparte de lo anterior, toma la decisión de continuar sus estudios en el exterior y se traslada a Roma se inscribe en la Universidad Gregoriana de Roma alcanzando el título de Licenciado en Derecho Canónico. Así mismo, realiza una serie de cursos y diplomados acerca del Matrimonio, entre otros.

De regreso al país, de forma perentoria se incorpora a ejercer diversas funciones en el ámbito religioso hasta alcanzar a ser el VII Obispo de la ciudad de Valencia y ser el III Arzobispo de la Catedral Metropolitana de la ciudad de Valencia. Cabe apuntar, que durante su ejercicio como Arzobispo lo sorprende la muerte de forma implacable el 21 de noviembre del 2022, como consecuencia del contagio del coronavirus y de una patología en el sistema respiratorio.

Precisamente, monseñor Del Prette, fue siempre un hombre cercano, amigo, extrovertido que contaba de forma copiosa, con un buen humor. Prueba de ello, es que, en distintas conversaciones, exposiciones siempre enfatizaba que era una herramienta de Jesucristo para salvar a los demás de la oscuridad.

Igualmente, reiteraba su amor a la Virgen del Socorro y su opción por los más necesitados especialmente por los más pobres. De modo, que su lema Episcopal explanaba: “Servir al Señor con Alegría”. Lo antes expuesto, se traduce a la entera comunión entre la democracia, la religión y el servicio a la sociedad en su conjunto.

Con referencia a lo anterior, después de cumplir funciones en diferentes ambientes de la actividad religiosa, su cúspide la alcanzó al llegar al Arzobispado de la Catedral de Valencia. En esta práctica, entendió claramente el compromiso de lo que asumía, además, que contaba con la confianza de su iglesia, así como del pueblo que lo amaba y lo respaldaba en su gestión como pastor de la iglesia.

Por otra parte, en múltiples oportunidades, sabía que la cosa no sería nada fácil, que el camino estaría lleno de obstáculos y de piedras. Así mismo, que la barca estaría expuesta a una cantidad de tormentas y mares encrespados que harían y que podrían hacer naufragar el barco. Empero, para encarar semejante desafío, era necesario confiar en Dios, en ser optimista y echar las bases de seguir hacia adelante, sin que ni siquiera se pudiera mirar hacia atrás, para la toma de decisiones.

Es obvio, que en su Arzobispado tuvo grandes aciertos y logros que están a la vista de todos y que toda la sociedad carabobeña los reconoce y al propio tiempo, los valora. Sin embargo, en esta travesía, se presentaron una serie de incertidumbres, debido a la grave crisis por la que atraviesa el país y que aun continúan vigente. No obstante, en su doxa se fue abriendo camino en medio de las dificultades.

Desde esta perspectiva, monseñor Del Prette, fue un hombre de profundas convicciones democráticas y religiosas que tuvo como maestros a unos grandes mentores como monseñor Luis Eduardo Henríquez y al Cardenal Jorge Urosa Savino. Ellos siempre iluminaron su camino y su crecimiento en su actividad pastoral. Además, que contribuyeron a cimentar y sentar las bases de un pensamiento crítico y el desarrollo de habilidades blandas. Es por eso, que a un año de su partida a la casa del Padre su pensamiento está cada día, más vivo y vigente.

Finalmente, a quienes nos mantenemos vivos, debemos seguir su ejemplo.

Su mayor legado fue su “Ejemplo de Vida”. Por ello, nos corresponde continuar su labor y dar a conocer sus ideas, a las generaciones presentes y futuras con una mirada de nuevos ojos. Ahora, más que nunca tenemos que ser como una luciérnaga de movernos en distintas direcciones para continuar su acción, de atraer a nuevos seguidores hacía el ideal de Jesucristo. En resumen, su pensamiento sigue vivo. Es una lámpara que alumbra en la oscuridad. Decía: “Llevo la luz para que otros encuentren su camino cuando me vean a mi” … Es llama ardiente que nunca se apagará en el corazón de los carabobeños. Además, de que nunca lo olvidaremos. La suerte del país, le preocupaba al curita.

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