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Nuevo Orden Mundial. Orden Natural. IV Parte

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Columna:Violencia, Cultura y Religión

(Por: Pbro. Luis Eduardo Martínez Bastardo)

Lmartinezbastardo@yahoo.com

Desde hace cuatro semanas, venimos reflexionando sobre el Nuevo Orden Mundial y el Orden Natural. La reflexión ha sido inspirada desde la situación que atraviesa el mundo ya hace varios meses y que nos ha impuesto un confinamiento que ha llegado para transformar nuestra manera de vivir y nuestras relaciones. Frente a esta situación, podemos pensar en dos cosas: en primer lugar pensar en el origen. Creer que todo esto forma parte de un plan divino en el que Dios quiere purgar a la humanidad y quedarse solo con los buenos, eso sería un análisis, además de equivocado, infantil y erróneo. Lo que sí puede venir a nosotros, es concebir esta pandemia como fruto del egoísmo de la persona humana, del mal antropológico que cohabita en nosotros y nos induce a entrar en el misterio de la iniquidad. El mal no es una creatura de Dios, el mal es la ausencia del orden, respondía San Agustín cuando le preguntaban sobre esto.
La segunda cosa frente a la cual nos pone esta dramática y dolorosa situación, es a cuestionarnos por el futuro. La vida después de la Pandemia. Y es que hablar de esta pandemia es hablar del famoso Nuevo Orden Mundial, él expresa un grupo consolidado de personas, importantes políticos, empresarios, miembros de la realeza que, conforman una élite poderosa para gobernar la humanidad, de tal manera que nadie más pueda elegir, solo aquéllos que gobiernan.
En realidad no se trata de un simple gobierno mundial que se define como colectivista, elitista, burocrático y plutocrático. A estos los llama el Papa Francisco: “los privilegiados que pertenecen a una pequeña parte de la humanidad (que) avanzó, mientras la mayoría se quedó atrás”. Es el nacimiento de una nueva sociedad. Algunos pensaban que esto debía pasar el primero de enero de 2000, no fue así, pero sin duda, está en camino y cada vez más cerca de consolidarse. Ante esto, la pregunta es ¿cómo será el futuro de cara a esta situación? ¿Realmente esta nueva manera de relacionarnos forma parte de un “orden”?
Después de reflexionar sobre el “argumento histórico” en el cual se sostiene el Nuevo Orden Mundial, sobre la relacionalidad personal y ecológica y todo esto de frente al Orden establecido de las cosas, que llamamos, Orden Natural, ahora vamos concluir esta “tetralogía” con una propuesta alternativa, con el deseo de dar un paso adelante, en palabras de la espiritualidad cristiana, de mirar el futuro con esperanza, lejos de la fatalidad. Para esto, quiero proponerles las palabras y aportaciones que
ha hecho el Papa Francisco.
Desde el comienzo de toda esta travesía que hemos navegado juntos, sus palabras han inspirado e iluminado a la humanidad. Se dirige a todos. En la recopilación de sus intervenciones y que se han publicado en el libro: La vida después de la Pandemia, el Cardenal Michel Czerney, escribe en el prólogo: “el enfoque cálido e inclusivo del Papa Francisco, que no reduce las personas a unidades que pueden ser contadas, medidas y gestionadas, sino que une a todos juntos en la común humanidad y en
el espíritu. (…) desafía a cada uno –sin que importe lo encumbrado o humilde que sea- a osar hacer el bien, a hacerlo mejor. ¡Nosotros podemos! ¡Debemos!”.
Esa es la primera característica del Orden Natural, hacer el Bien. Justamente, la bondad, la verdad y la belleza, son tres cosas que los filósofos en este momento ponen en el mismo nivel ya que mexpresan lo más alto, sublime y noble de la persona humana; atributos que ha recibido en su condición de creado y que decide reproducir. La búsqueda del bien, es una necesidad innata en el ser humano.
Hacer el bien es expresión de felicidad, desprendimiento. No se puede establecer un orden lejos del bien, y del bien desde la comprensión más amplia, no desde la comprensión reducida. No se puede hablar de un orden que excluye el bien de todos, de lo contrario sería el bien a medias, un bien carente de verdad y belleza.

Desde los antiguos, escuchamos que a propósito de la vida ciudadana se habla del bien común. Esto no es solo un adjetivo calificativo, el “común” es distintivo, es definitorio. El rumbo que debe tomar la humanidad después de este desastre es volver a buscar el bien, y el bien de todos. El Papa clama sobre esto diciendo: “Animo a quienes tienen responsabilidades políticas a trabajar activamente en favor del bien común”. El trabajo por el bien común redunda en el trabajo por la justicia; la justicia
que no solo restituye los derechos, sino que promueve el respeto de éstos, que promueve y defiende a los más vulnerables. El bien común es inclusivo. El Papa tiene tiempo dirigiéndose a una multitud de personas que no estaban siendo reconocidas, ni siquiera por la misma Iglesia: “al mundo de los periódicos callejeros y especialmente a sus vendedores, que en su mayoría son personas sin hogar,
gravemente marginadas, desempleadas”.
Hacer el bien y el bien común concreto, repercute en quien tiene menos, y no tiene cómo alcanzar lo que necesita. No es posible un Nuevo Orden Mundial sin atender a los más necesitados, a los pobres que son parte de la consecuencia tangible de la pandemia. Ciertamente la pobreza no es parte del Orden Natural establecido, todo fue creado para que los seres humanos tuviéramos lo necesario para vivir, no obstante, la acumulación de la riqueza, la mezquindad, hace que emerja la codicia, la cual para algunos filósofos contemporáneos, es el origen de la violencia. En una carta que dirige a los callejeros el 20 de abril de este mismo año, el Papa afirma: “Mirar a los más pobres, en estos días, puede ayudarnos a todos a ser conscientes de lo que realmente nos está pasando y de nuestra verdadera condición (…) en su mayoría son personas sin hogar, gravemente marginadas desempleadas”.
Resulta clave la palabra: restituir. Esto es un proceso que llevara una conversión sincera y real, un cambio estructural. La restitución no puede ser movida más que por el amor, el interés de darles a los demás lo que les pertenece y merecen. El live motiv no puede ser el revanchismo o el resentimiento; no es la venganza o la lucha de las clases sociales. El Orden Natural inspira a la verdad, a la belleza que nos lleva a la libertad. En la medida en la que trabajemos por la dignidad de la persona
humana, podremos vencer la visión utilitarista de esta, procuraremos reconocernos en ella y lograremos comprender que el ser iguales no es una lucha utópica sino una verdad. Ciertamente nos da miedo, abrir el alma al otro nos da miedo. Con relación al miedo, el Papa nos dice: “Después de lo que hemos pasado este año, no deberíamos tener miedo de aventurarnos por nuevos caminos y proponer soluciones innovativas”.
De las diversas intervenciones del Papa Francisco, hemos querido proponer como alternativa al Nuevo Orden Mundial, tres ideas recurrentes y con las cuales el Romano Pontífice ha sido coherente: hacer el bien, orientado al bien común; mirar a los pobres, y por último, la solidaridad. El gesto de la solidaridad viene acompañado del desprendimiento, de la empatía, del vivir en mi la dimensión de la alteridad: “Qué difícil es quedarse en casa para aquel que vive en una pequeña vivienda precaria o
que directamente carece de un techo. Qué difícil es para los migrantes, las personas privadas de libertad o para aquellos que realizan un proceso de sanación por adicciones”. Pedirle a una sociedad tan injusta que se quede en casa cuando no la tiene, o que se lave las manos cuando el agua está contaminada, cuando vive al lado de una quebrada de aguas servidas, o cuando no puede comprar ni un jabón de tocador, es una expresión dolorosa de la falta de solidaridad, de un mundo injusto que no expresa orden por ningún lado.
La pedagogía del Papa nos revela que después de esta situación de la que ya podemos evidenciar las consecuencias, y ser víctimas de ellas, debemos pensar en una nueva manera de educar, o mejor aún en una nueva pedagogía. La vida ciudadana debe replantearse, debe recurrir a nuevas expresiones que incidan positivamente en el cuidado del otro. Una vida virtual que no puede vulnerar el
corazón del otro, no puede ofenderlo. Una nueva humanidad exige una nueva manera de educar para que se produzca un cambio real y necesario.

El Orden está establecido, el desorden no es una casa capaz de acoger a ninguna persona, necesitamos redescubrirlo y trabajar en bien de esta necesidad. La alternativa consiste en que sea vencido el egoísmo indiferente que impide que se repare la injusticia.

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