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Levanto mi voz por la vida

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(Por: Juan Carlos León-Berástegui)

Voy a referirme a los que mueren sin haber nacido. Los defensores del aborto han procurado cubrir su naturaleza criminal mediante terminología confusa o evasiva, ocultando el asesinato con jerga como «interrupción voluntaria del embarazo» o bajo conceptos como «derecho a decidir» o «derecho a la salud reproductiva» o «despenalización del aborto provocado en caso de violación o incesto», pero ninguno de estos artificios del lenguaje, sin embargo, pueden ocultar el hecho real que el aborto es un infanticidio. Es la muerte de un niño o niña en el vientre de su madre procurada de cualquier manera: doméstica, química o quirúrgica durante cualquier momento de la etapa que va desde la fecundación hasta el momento previo al nacimiento.

Autorizar el aborto, con cualquier excusa, sería violar la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, que establece en su artículo 43 que el derecho a la vida es inviolable, por lo cual ninguna ley podrá establecer la pena de muerte, ni autoridad alguna podrá aplicarla.

La despenalización del aborto provocado significaría el abandono de un valor ético fundamental en todo ordenamiento jurídico y en toda convivencia social. Todo ser humano debe ser respetado y tratado como persona desde el instante de su concepción y, por eso, a partir de ese mismo momento se le deben reconocer los derechos como persona, principalmente el derecho inviolable de todo ser humano inocente, y en este caso indefenso, a la vida.

Desde el punto de vista religioso, Dios nos demuestra que considera al niño en el útero una persona (Jeremías 1-4,5): «Vino pues, la palabra del Señor a mí, diciendo: antes que te formase en el vientre te conocí, y antes que nacieses te santifiqué».

Los versos de Proverbios 24: 11,12 son especialmente significativos, pues perfectamente se pueden aplicar a los niños por nacer, a los que no tienen más
defensa que nuestra conciencia cristiana. Dice la Biblia: «Salva a los condenados a muerte; libra del peligro a los que están a punto de morir. Pues aunque afirmes que no lo sabías, Dios, que conoce todos los corazones, conoce el tuyo y sabe que estabas enterado; El pagará a cada uno según sus obras».

Igualmente desde el punto de vista psíquico y moral las madres que recurren al aborto generalmente desarrollan un problema psicológico grave porque nunca se pueden quitar de la mente, del corazón, y de su alma, el delito de haber matado intencionalmente a su propio hijo. Considera Juan Carlos León Berastegui, que el tema es tan delicado que no debe dársele matiz político, y debe tratarse sólo desde el punto de vista humano, ético, psíquico, legal, social y religioso. No pienso polemizar sobre el tema, pues ésta es mi opinión, pero si hago un llamado a la conciencia de los ciudadanos y ciudadanas ante la pretendida legalizacion de la interrupción voluntaria del embarazo. Levanto mi voz por la Vida.

Juan Carlos León-Berástegui

@abocorporativo

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