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LA POSITIVIDAD

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En el pasado, los estudios en el campo de la psicología, se centraban principalmente en la negatividad. Ha sido más recientemente cuando la ciencia le ha dedicado mayor atención al análisis de la positividad, y los descubrimientos han sido impresionantes. Los estados agradables son mucho más potentes de lo que se cree, y hoy en día se sabe que modifican tanto a la mente  como al cuerpo.

El ser humano tiende a ponerle más atención a los acontecimientos negativos. Esto ha sido identificado por los investigadores, como «filtraje selectivo», algo considerado como un mecanismo adaptativo, porque requieren una respuesta de nuestra parte, y necesitan ser atendidos para  buscarle solución. En cambio, los sucesos positivos, al no comprometer nuestra supervivencia, no requieren de una respuesta y  muchos suelen pasar desapercibidos.

El doctor Mario Alonso Puig, destacado médico español, sostiene que, desde el punto de vista médico, hay una relación directa y demostrada, entre los estados emocionales y la salud. Si emociones como la ira, el odio o el miedo, impregnan nuestro organismo, le causan mucho daño. Explica, que cuando estamos atrapados por ellas, se elevan en el cerebro los niveles de dos neurotransmisores: el glutamato y el cortisol, y al  subir ambos, empiezan a morir neuronas. En cambio, cuando en nuestro interior sentimos emociones positivas, se eleva el nivel de dopamina, un neurotransmisor que hace que sintamos placer y relajación.

Hoy en día, hacia donde dirijamos la mirada, encontraremos situaciones desalentadoras. Ahora más que nunca necesitamos de la positividad. Mi amigo Andrés no va a estar de acuerdo, porque para él, cualquiera que en estos momentos demuestre optimismo o positividad, es que es un tonto, o está mal informado. Pero más tonto es quedarse enganchado, generando emociones negativas, ante  circunstancias cuyas soluciones ni siquiera están en nuestras manos. No es que las vamos a ignorar, o aceptarlas con resignación, y tampoco pregonar de que  “todo está muy bien”, cuando eso no es cierto. Una cosa son las circunstancias y otra la interpretación que hagamos de ellas, así como las emociones que desarrollemos al abordarlas.

Por muy positiva que sea una persona, ello no la exime de dificultades y problemas. Existe una novela escrita por Eleanor Porter (1913), llamada “Pollyanna”, que relata la historia de una niña que fue educada siempre con optimismo por parte de su padre. Pollyanna se mantenía continuamente sonriendo y buscándole la parte positiva a todo. La novela alcanzó mucho éxito y añadió un nuevo adjetivo al diccionario del inglés  estadounidense. Ese adjetivo es «Pollyanna», que describe a ese tipo de persona que es optimista pero de manera exagerada. Esa actitud constante de positividad excesiva, despierta hasta suspicacia y la persona puede sufrir una situación de desadaptación social.

Una de las psicólogas que ha destacado en el estudio de la positividad, es la Dra. Bárbara Fredrickson, investigadora del Laboratorio de Emociones Positivas y Psicofisiología de la Universidad de North Caroline, quien ha dedicado más de 30 años a su análisis, y ha descubierto como el cultivo de las emociones positivas son el inicio de una vida de prosperidad.

Lo que plantea Fredrickson es algo más sensato que ir viendo todo positivo por doquier. Reconoce que experimentar una positividad del ciento por ciento, desafía la realidad y muchos de nuestros amigos podrían hasta rechazarnos. Lo que entonces propone es encontrar emociones positivas para oponerse a cada pensamiento negativo que surja, asegurando mantener una alta proporción de positividad. No significa que tengamos que hacerlo de manera simultánea o inmediata, sino en el transcurso del tiempo.

Los momentos de positividad son efímeros, ellos llegan y se van. Si la positividad fuera permanente, no notaríamos la diferencia entre buenas y malas noticias. Señala la investigadora, que el secreto está en no asirla con demasiada firmeza, negando su naturaleza transitiva, sino en sembrar continuamente positividad.

La positividad  es algo más profundo que el popular dicho «al mal tiempo buena cara». En su libro «Vida Positiva», la doctora Fredrickson destaca el impacto que tienen diez emociones positivas en cada uno de nosotros, ellas son: diversión, interés, orgullo, serenidad, esperanza, sobrecogimiento, gratitud, inspiración, amor y alegría. Todas ellas son cultivables, algo que no es fácil y que requiere de esfuerzo y dedicación para lograr buenas cosechas.

Lionel Álvarez Ibarra

Noviembre, 2021

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