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La nueva ruta: La gente

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(Por: Santiago Rodríguez)

El padre José Virtuoso, rector de la Universidad Católica Andrés Bello, dijo recientemente que la oposición venezolana debe reconstruir una ruta para lograr un cambio político en Venezuela.  

Virtuoso instó a los miembros de la oposición a iniciar este proceso, haciendo una autocrítica a las rutas anteriores que se han emprendido para poner fin a la terrible crisis que atraviesa el país.

Podemos entender, según el análisis del respetado padre jesuita, que las rutas anteriores diseñadas por los principales partidos políticos que adversan a Maduro, no han funcionado, y por lo tanto, la oposición debe reformular su estrategia para lograr la necesaria unidad que garantice el cambio político en Venezuela.

En ese sentido, el gran reto que tiene la oposición por delante es la articulación de una unidad en torno a nuevas estrategias que aborden nuevos caminos para lograr un principalísimo objetivo como es cambio del gobierno. Sin embargo, esta unidad no puede ser el resultado de una decisión del cogollo opositor, ni materializarse en una simple sumatoria de siglas partidistas. De ser así, por una decisión aislada y desconectada de la gente, estaríamos como Sísifo, una y otra vez, condenados al fracaso.

Ahora, si a la oposición realmente le interesa hacerse del consejo de Virtuoso, no bastaría una autocritica de las rutas recientes para salir del régimen, sino una crítica en retrospectiva, que permita encontrar el origen de la crisis política que se ha prolongado hasta nuestros días.

Si con sinceridad se hace el análisis concienzudo del pasado, entenderán que Hugo Chávez, más que la causa de todos nuestros males, es la consecuencia del deterioro agudo del funcionamiento de la democracia que habíamos alcanzado con la victoriosa insurrección popular de 1958. Que el oscuro teniente coronel, es la derivación más descompuesta y feroz de la crisis del sistema de partidos.

Un sistema partidocrático surgido en los años sesenta, necesario para estabilizar la democracia y evitar los costosos errores del trienio, que habían llevado al derrocamiento de Rómulo Gallegos y a una década de dictadura militar. Sin embargo, luego de superar las amenazas, el sistema político estuvo dominado por la inercia y la falta de cambio institucional. Y por ello devino la crisis, y con ella, Chávez. Ante la falta de voluntad para cambiar las pautas de organización y comportamiento político.

Para entenderlo en palabras del trotskista boliviano, Guillermo Lora, en Venezuela, la crisis política que originó el ciclo histórico de Chávez, estaría aún latente: El colapso del sistema de partidos. Por lo tanto, los partidos atraviesan como en 1998, una profunda crisis de confianza y credibilidad. Estamos, en consecuencia, en el mismo punto de partida donde las organizaciones partidistas eran acusadas de monopolizar la actividad política, económica y social, dentro de un sistema que demandaba ser abierto y competitivo.

La oposición y sus líderes están hoy, detrás de las demandas y de la conciencia política de la sociedad. Además, de no representar nada, en un país donde el 80% de sus ciudadanos piden a gritos un cambio de gobierno.

¿Estoy siendo muy duro con nuestros partidos? ¿Estimulo la antipolítica?

En verdad, la política es la ciencia de las realidades y no se puede interpretar, ni describir sus hechos sin una reflexión objetiva. No hay forma ni manera de que la estrategia partidizadora del Frente Amplio logre convocar a los venezolanos, si no cambia la concepción de hacer política para reconstruir las relaciones entre los partidos y la sociedad. Dicho en otras palabras: conectarse con la gente que más padece en las comunidades.

Sin embargo, lo que no pueden hacer ahora los ciudadanos que más sufren por la crisis, es quedarse sin fuerza, sin ánimo y resignarse. Es la gente, la del barrio, la de la comunidad, la de las organizaciones sociales, las que tienen que imponerle a la oposición, la unidad. La gente tiene que ser el nuevo convocante de esa ruta para salir de Maduro. Y como no hay lugar para un cambio de gobierno a través de insurrecciones civiles y militares, ni para una intervención militar internacional, entonces, la ruta es en definitiva, la que nos conduzca a una salida electoral.

Es necesario que nuestros partidos se sientan motivados por presiones provenientes de la sociedad civil organizada para que asuman el camino electoral. Aún cuando conseguir las condiciones mínimas para participar en elecciones no sea un trabajo fácil. Pero a pesar de ello, existe una comunidad internacional que está en procura de garantías suficientes para el ejercicio del voto. Hoy con un nuevo actor, Joe Biden, dispuesto a afrontar el reto de ayudar a Venezuela con una estrategia de negociación que termine en una solución electoral.

Por tanto, tenemos que responder, recobrar el entusiasmo, por incrédulo que pueda parecer salir de Maduro por la vía electoral. Se acabó el permanecer de brazos cruzados.

No podemos seguir dando palos a ciegas. Tenemos que estar preparados para cualquier escenario electoral. Llámese gobernaciones, referéndum revocatorio o elecciones presidenciales. No podemos esperar que la comunidad internacional logren las condiciones y nos agarren desprevenidos.

Tenemos que convocar la unidad, avanzar unidos. Pero con la gente adelante, si los partidos no lo entienden, nuestro futuro seguirá siendo pretérito.

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