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La música…la máquina del tiempo

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(Por: Lionel  Álvarez Ibarra)

Cuando niño, eran muy populares los álbumes de colección de barajitas. Recuerdo uno en particular que se llamaba  «Las maravillas del año 2000». Ese año, que para entonces se veía como muy remoto, se esperaba como un año que marcaría un hito en la historia de la humanidad, momento cuando se alcanzarían grandes adelantos científicos y tecnológicos. Entre tantas cosas que se presagiaban, estaban: el dinero plástico, el teléfono inalámbrico con pantalla de vídeo, naves espaciales y la máquina del tiempo. Esa última era lo que más me fascinaba, me parecía increíble ¡poder viajar  a través del tiempo!

Finalmente llegó el 2000 y algunos de los inventos mostrados en el álbum ya se habían hecho  realidad, pero la máquina del tiempo, como tal, no estuvo lista.
La música fue uno de los campos en donde mayores innovaciones tecnológicas emergieron. Mucho antes de terminar el milenio, los discos de acetato habían completado su ciclo de vida, aparecieron los cartuchos, y éstos rápidamente desplazados por los  cassettes, hasta llegar a los CDs. El nuevo siglo nos trajo los MP3 y MP4 y hoy en día se puede disfrutar la música que se desee, del pasado cercano y lejano, simplemente «bajándola de la nube» al celular.

Nunca imaginaron aquellos futurólogos, que tantos avances en la música,  nos permitirían acceder a una virtual máquina del tiempo. La barajita del álbum, mostraba una especie de cabina en donde se introducía la persona, para emprender el viaje. Algo que le quedó obsoleto a los visionarios, porque con la música, no es necesario ninguna cabina ni ningún vehículo para transportarnos  ¡la música, por si sola, es una perfecta máquina del tiempo!

Es así como al escuchar aguinaldos tradicionales venezolanos me «transporto» a la escuela primaria y a las parrandas navideñas que se organizaban en el mes de diciembre. La música de los  «Beatles» me lleva  a revivir mis años de bachillerato. Las alegres gaitas marabinas, me trasladan a las fiestas con mis compañeros de universidad, y la música de «Queen» y «ABBA», hacen renacer mi estadía feliz de estudiante en Londres.

Cada época de nuestra vida tiene su música acompañante. Una determinada canción nos hace recordar a personas y lugares que amamos. Si logramos  asociar la música o melodía que sonaba en esos momentos especiales, cada vez que la escuchemos, emprenderemos un viaje en la máquina del tiempo. Cuando escucho el tema de la película «Dr. Zhivago», por mencionar un caso, me transporto hasta el Teatro Guaparo de Valencia, que fue inaugurado con ese film, en la época de la democracia.

La música nos permite también disfrutar el mejor momento de la dimensión tiempo: ¡el presente!  Ella activa la liberación de  dopamina, hormona que nos producen placer y alegría, y ayuda a combatir el estrés. La música se presenta en todos sus géneros y modalidades, apropiada para cada ocasión. Es excelente acompañante cuando deseamos estar a solas, y su melodía es alimento exquisito para el espíritu. La música romántica tiene la capacidad de hacer que nuestro cerebro segregue oxitocina, la hormona del amor. Una suave música de fondo es ideal cuando estamos realizando una actividad que requiere concentración; y la música vibrante y movida, es como una inyección de adrenalina,  para bailar y pasarla bien con los amigos.

Aunque la música forma parte de un lenguaje universal, al mismo tiempo es muy personal. Recuerdo una oportunidad que me encontraba escuchando a Glenn Miller y su Orquesta, cuando una prima, que estaba de visita en casa, me dijo que esa música le daba tristeza.  Me dejó pensando y ahora la comprendo, porque no a todos nos gustan las mismas canciones, ni nos emocionan por igual, las mismas melodías. Podemos conseguirnos con personas que les «fastidia» la música de Mozart, pero les encanta un reguetón, por ejemplo. La música nos transmite emociones, pero también las induce en cada quien, y esas emociones generadas, que no tienen porque ser iguales entre personas, dicen mas de la persona que de la música.

Como ya indicamos, son innumerables los beneficios de la música para disfrutarlos en el «modo presente», pero siempre es agradable, en ocasiones, retroceder, darle a «backwards», para transportarnos y revivir en la máquina del tiempo, tantos felices «presentes» de nuestros inolvidables pasados.

Lionel  Álvarez Ibarra
Junio 2021

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