(Por: Santiago Rodríguez)
La ley de género X como otros presuntos derechos LGBT dentro de la “ideología de género”, representan hoy la más grave amenaza para la humanidad.
Hay un sólo objetivo de esta ley y de la “ideología de género” al pretender imponer su utopía “polisexual”: la destrucción de la familia como principio y fundamento de la propiedad privada y expresión natural de la libertad.
La estrategia consiste en exigir demandas de igualdad e inclusión, bajo el pretexto de que la sociedad ha tenido “cambios culturales”, que necesitan cuanto antes ser reconocidos por el Derecho, cuando realmente estos cambios no son espontáneos dentro de la sociedad estadounidense, sino imposiciones de las satrapías progresistas del Partido Demócrata: Joe Biden, Bernie Sanders y Alexandria Ocasio-Cortez, quienes persiste en desestabilizar la democracia liberal en EEUU, con su política de estímulo del resentimiento y victimismo.
Esta ley antinatura que permite que los padres elijan el género X para sus recién nacidos y que los adultos cambien sus actas de nacimiento desconstruyendo su sexo, desconoce el estado actual de la investigación biológica donde el dimorfismo sexual es una tesis científica. La separación del sexo es un hecho biológico y no discursivo.
No podemos inhibirnos frente a estos nuevos y renovados peligros que buscan la destrucción de la familia y su reemplazo por el Estado totalitario. Estamos desde el punto de vista ético y moral obligados a proteger el imperio de los principios y valores comunes de occidente sobre los cuales hemos venido construyendo una comunidad organizada de pueblos libres, durante los últimos cuatrocientos años.
Aún estamos a tiempo de impedir en Venezuela la constitucionalización de los deseos de la libido sexual y la transformación de la condición natural de los seres humanos, que viene legalizándose en otros países de la región de la mano del feminismo cultural o de género, como parte de la reingeniería socialista del Foro de Sao Paulo.
La principal transmisora del respeto a la vida, al individuo y a la propiedad de todos, a lo largo de las generaciones ha sido la familia y no la escuela. Cuando esta institución deja de funcionar de manera adecuada el resultado es el deterioro de los valores. De esta manera, los valores adquiridos en la familia son necesarios para fortalecer y mantener la democracia de la nación entera.
Uno de los soportes del Socialismo del Siglo XXI que destruyó a Venezuela, lo proporcionó la extrema debilidad en la que cayó la familia, que data de antes de que el chavismo secuestrara al débil Estado venezolano y que se expresaba en la alarmante deserción de la figura paterna y el drástico aumento de las familias monoparentales maternas.
Muchos habían dejado de prestar atención a este peligro, hasta que el éxodo masivo de venezolanos, mostró a las claras el dolor enorme de ver sin disfraz alguno nuestras familias partidas y disgregadas. Entonces descubrimos, que la familia lo es todo, que es la base de la libertad y el progreso.
El combate contra esta ingeniería social que desnaturaliza y otorga un significado nuevo a las categorías de cuerpo y género, se ganará, si nos abocamos con urgencia a crear las bases de reconstrucción de nuestras familias y consolidar los valores, costumbres y principios morales que la fortalezcan.