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La cadena de la ignorancia

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(Por: Manuel Barreto Hernaiz)

«El saber y la razón hablan; la ignorancia y el error gritan»_
*Arturo Graff*

Sostenía Fernando Savater al momento de serle conferido el Doctorado Honoris Causa por la Universidad «Simón Bolívar» (octubre de 1998): «… La democracia hace que todo el mundo tenga voto y por lo tanto los ignorantes -que desgraciadamente pueden ser muy numerosos- pueden bloquear las soluciones adecuadas, apoyar los integrismos, los populismos, las soluciones brutales, influir, en último término, en el sabotaje de la propia democracia que utilizan, pero la culpa no es puramente del ignorante, sino de quien lo ha mantenido en la ignorancia, de quien no ha luchado por romper esa cadena de ignorancia…»
Cuánta premonición en sus palabras…

A tan sólo pocos meses de aquellas elecciones que, a pesar de las reivindicativas promesas de quien resultó ganador, se profundizaría la lamentable involución hacia la dependencia, conduciendo a amplios sectores de la población hacia una postura demandante y de acrítica postración. Y así  pasaron muchos años en los cuales el régimen logró articularse con esos seres enfermos de frustración, pobreza y hambre, que en su desesperanza, se le entregaron en los brazos.
Seres que no fueron apoyados, sino enajenados, pues al régimen no le conviene que se formen adecuadamente, en pro de su autonomía y su desarrollo y bienestar. Seres inmersos en un círculo vicioso en el que se  les mantiene sumidos en la pobreza y la ignorancia y de tal forma,  la pobreza e ignorancia mantienen al régimen en el poder.

El régimen, desde sus inicios, realizó sus mejores esfuerzos para socavar todo el sistema educativo, a fin de supeditarlo a su proyecto político y usarlo como herramienta ideológica con la expresa finalidad de crear al «hombre nuevo» que requiere su «revolución», mediante su «proyecto educativo», que consistió en la creación y adaptación de las escuelas técnicas robinsonianas, las aldeas universitarias, las universidades experimentales y la Bolivariana, la Unefa y la del Deporte, y decenas de instituciones que dos décadas después son el más claro ejemplo de lo que jamás ha debido hacerse. Y paralelamente desarrolló unas estructuras denominadas «misiones» educativas: Robinson, Ribas, Sucre y Vuelvan Caras, todo esto enmarcado en un elevado grado de corrupción, improvisación y pésima calidad, que no  logró  los objetivos de eliminar el analfabetismo -a pesar de la cacareada campaña publicitaria «Venezuela: territorio libre de analfabetismo»- y formar con calidad al ciudadano para que se incorpore debidamente a los procesos de socialización y producción.

Para darle sustentabilidad y «equidad» a este parapeto educativo, fue menester plantear la eliminación de las evaluaciones -en primaria y secundaria- y prohibir la reprobación del alumno (a sabiendas que éste no esté preparado para lograr su ascenso al próximo nivel en la escala). En este absurdo recorrido no se hizo nada ni por la educación para el trabajo ni para el desarrollo intelectual, limitándose tan sólo a una movilización permanente en defensa de la revolución. La mejor forma de mantener esto es seguir dando una educación pobre a los pobres. Por esto, la única y verdadera posibilidad de cambio dependerá de la capacidad de ofrecer una educación de calidad a los más pobres.
La educación de calidad es la única herramienta que permitirá romper con esa cadena de ignorancia, esa ignominiosa cadena que sujeta el destino y la libertad de eso seres manipulados históricamente; romper esos eslabones que sentencian que el hijo del pobre tenga que ser siempre pobre; esos eslabones que pretenden perpetuar que el hijo del ignorante tenga que ser siempre ignorante; considerando que ignorancia significa falta de información o de conocimientos. Es diferente a estupidez, que es falta de inteligencia, y a necedad, que es falta de sensatez.
Las tres palabras se confunden con frecuencia y algunas personas suponen que su significado es el mismo.                                     
Son cada día más los venezolanos que nacen condenados a no tener acceso a una formación de calidad que realmente les permita poder vivir con dignidad, puesto que la manera perversa de mantener esta espiral del atraso es seguir dando una educación de pobre calidad a los más ignorantes. Lo repetiremos hasta el cansancio: la única y verdadera posibilidad de cambio, y de reventar esos esclavizantes eslabones, dependerá  de la capacidad de impartir  una educación de calidad a TODOS los venezolanos. Insistimos: un pueblo ignorante no puede, de manera alguna, alcanzar un nivel de vida digno, pues no tiene la capacidad para poder elegir un gobierno que lo represente adecuadamente.                  

Sí queremos un cambio significativo en nuestro país, y que tenga sentido la simbólica estrofa » Abajo cadenas», se hace imperativo que se imparta una educación cónsona con el avance del tercer milenio, que nos ha ido dejando atrás, una educación de pertinencia, calidad y logros tangibles…Y eso sólo lo lograremos  saliendo de este régimen perverso y usurpado.

*Manuel Barreto Hernaiz*

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