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Juventud Resiliente

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(Por: Jesús Sifontes Coronel)

Presidente de la Democracia Cristiana Universitaria en Carabobo y Secretario de Deporte de la Federación de Centros Universitarios UC.

.- En muchas ocasiones los seres humanos somos víctimas de situaciones traumáticas como la muerte de un familiar o el simple hecho de no conseguir empleo en un momento de necesidad. La capacidad que tenemos para enfrentar tales eventos y sobreponernos a ellos es lo que en términos psicológicos conocemos como «resiliencia».

Los que somos hijos de la crisis, nacidos bajo el influjo del llamado «socialismo del siglo XXI» y crecidos en medio de la tragedia multidimensional que hoy padecemos, hemos sido expuestos a una avalancha de contrariedades que van desde preocupaciones propias de la etapa juvenil como la búsqueda de empleos que nos permitan alcanzar óptimas condiciones de vida hasta situaciones «especiales y extraordinarias» como poder comer durante el día. Es demasiado para los hombros de un joven.

La población juvenil venezolana se ha dividido en dos; entre quienes salieron del país o piensan hacerlo y quienes hemos decidido quedarnos o quienes no tienen otra opción. Indistintamente de la tierra donde te encuentres, tanto tú como yo, hemos desarrollado una enorme y oportuna capacidad de resiliencia para resistir a los embates de las crisis y pisar fuerte y sobre seguro.

Nuestras familias han sido eje nuclear de esto pues aunque divididas por límites fronterizos han podido cimentar su sobrevivencia sobre el amor y la solidaridad. Nada es tan curativo como el amor que, aunque no se come, alimenta el alma y la fortifica. Hemos aprendido a querer a nuestras familias porque nunca nos dejarán a la deriva.

Las redes interpersonales que construimos gracias a nuestros empleos, al colegio y a la universidad nos ayudan a soportar la dificultad de un salario mínimo -extremadamente mínimo-, la disminuida calidad educativa y la vista dolorosa de una universidad en ruinas. Hemos aprendido que aunque esas condiciones no son las mejores es la fortaleza de la amistad y la risa sin explicación lo que nos impulsa a seguir.

El ayudar desde afuera a los familiares que se encuentran dentro también es fuente de alegría que compensa la tristeza de la distancia. Saber que estás siendo útil a quienes te ayudaron a crecer justo en el momento en el que más lo necesitan es reconfortante.

La fuerza de las circunstancias motivan nuestra capacidad creadora para generar oportunidades que nos llenen de la esperanza que algunos intentan robarnos. La iniciativa emprendedora es ejemplo de esto.

Es tanto lo que hemos sufrido pero es más lo que aprendimos, aprendemos y aprenderemos porque la única forma de crecer es exigirnos, es obligarnos a pensar en el futuro, con un hogar y una familia que le dé a nuestros hijos lo que a nosotros se nos ha dado.

Renovar la esperanza y enfocar nuestra capacidad creadora en lo importante más que en lo urgente es el pilar fundamental de la resiliencia juvenil. No olviden que jamás hemos sido tan fuertes como ahora.

@sifontescoronel.

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