(Por: Nelson Acosta Espinoza)
.-Recientemente Paulina Villanueva, hija del arquitecto Carlos Raúl Villanueva, creador de los espacios que albergan a la principal institución univesitaria del país (UCV), publicó un corto pero agudo escrito. Su línea argumental es susceptible de extenderla a todo el país.
Antes de avanzar me parece apropiado una breve referencia a su padre.Creador de la arquitectura moderna en el país y arquitecto de la Universidad Central de Venezuela. Declarada Patrimonio de la humanidad por la UNESCO desde el año 2001.
Villanueva es considerado como uno de los arquitectos más influyentes en la Venezuela del siglo XX; pionero, máximo exponente e impulsor de esta disciplina en el país. Ademas de la UCV podemos señalar entre sus obras relevantes: Reurbanización El Silencio, Galería de Arte Nacional de Caracas, Museo Jesús Soto, Museo de Bellas Artes de Caracas, entre otras.
Interpretando el escrito de Paulina Villanueva, el gobierno de una manera farisea pretende reparar el daño causado a esta institución barriendo pasillos y recogiendo la basura. Y, a partir de estas acciones puntuales, solicitan establecer mecanismos de diálogo sin colocar sobre la mesa los temas neurálgicos que afectan a la población universitaria: permitir las elecciónes de las nuevas autoridades, y restituirles el presupuesto adecuado para su funcionamiento. Proporcionar salarios justos para todo el personal de la institución. Garantizar los gastos de funcionamiento, dotación de bibliotecas, laboratorios, servicios estudiantiles, seguros y atención profesoral.
Algo como lo descrito está sucediendo en los comandos de campaña electoral. Están más interesados en el cuerpo (condiciones materiales) que en el alma del votante. De ahí su propensión a actuar más como agentes de “obras publicas” que como verdaderos líderes políticos que interpreten las necesidades y las transformen en relatos que les permitan proporcionar bases para la construcción de nuevas opciones políticas y electorales.
Nehru, Walesa, y Mandela comprobaron en la práctica que la mejor política es aquella que se centra en el ciudadano.
Me parece válido preguntarse ¿No será el olvido de esta circunstancia la responsable de los recientes “aprietos” que mantiene enrollada a la unidad democrática?