Previous slide
Next slide
Previous slide
Next slide

Infecciones: La Cuarentena del Sueño de Grandes Ligas

Previous slide
Next slide
Previous slide
Next slide
Facebook
Twitter
WhatsApp
Pinterest
Pocket

(Carlos Rojas Esser) Ser jugador de Béisbol de Grandes Ligas no es el Sueño Americano, es el Sueño Venezolano.

Miles de niños y jóvenes toman bate, guante y pelota con la intención de lograr, algún día, tener su oportunidad en la Gran Carpa, como sus héroes.

También es una cuestión de supervivencia en un país en el cual los más pequeños revisan bolsas de basura para encontrar alimentos, dónde es necesario abandonar el sistema educativo para laborar o pedir en las calles, que obliga a cruzar una frontera en busca de ingresos más prometedores en otras tierras, poniendo en riesgo la dignidad, la seguridad y hasta la vida.

Yilbert Granadillo, receptor de la selección juvenil de béisbol de Carabobo, es uno de esos soñadores que desde temprana edad, a los tres años, decidió que el diamante era su destino.

Salvador Pérez es mi ídolo. Es mi ejemplo a seguir”.

El valenciano de 30 años de edad actualmente se desempeña como una de las piezas de los Kansas City Royals. Tras su regreso al juego el pasado 11 de septiembre, después de estar en la lista de incapacitados, Pérez experimentó un renacer glorioso con números como .447 de promedio con 1.416 de OPS, en tanto que 12 de sus 21 últimos hits (57.1%) fueron de más de una base.

También registró el cuadrangular 151 en su carrera, que lo convirtió en el decimocuarto criollo con esa cantidad de vuelacercas en la historia de las Grandes Ligas, un cuadro de honor que incluye al seguro Salón de La Fama Miguel Cabrera, Andrés Galarraga, Magglio Ordóñez, Bob Abreu, Antonio Armas, Víctor Martínez, Carlos González, Asdrúbal Cabrera, Melvin Mora, Richard Hidalgo, Ramón Hernández, Eugenio Suárez y Alex González.

Quedó en segundo lugar en las votaciones del Premio Luis Aparicio 2020.

Ambiciones colosales, pero es exactamente lo que persigue un joven soñador.

Granadillo ciertamente ha seguido este ejemplo, incluyendo la indumentaria en el home que emplea su ideal. Con varias participaciones en torneos y campeonatos, su futuro está claro. Este año, se preparaba para acompañar a la Selección de Carabobo para Los Juegos Deportivos Nacionales.

Aires de optimismo siempre han circulado frente al rostro de este luchador, integrante de una familia repleta de similares deportistas, que de una u otra forma, han puesto un pie en la almohadilla.

Actualmente, Granadillo está en casa sin poder respirar estos aires, protegiendo su salud y ocultando la cara del futuro… un futuro en peligro. La careta de receptor que cubre su determinado rostro ha sido intercambiada por una mascarilla, la cual esconde un gesto de desesperación por regresar al campo.

Cuando Béisbol de Grandes Ligas anunció a mediados de junio, que el proceso de firmas de agentes libres internacionales se llevaría cabo entre el 15 de enero y el 15 de diciembre de 2021, en vez de la habitual fecha del 2 de julio, era obvio que una pesadilla invadía los momentos de sueño de estos muchachos.

Otro impacto llega ese mismo mes, cuando 90 criollos pierden sus plazas de empleo en Ligas Menores.

El Covid-19, responsable de clamar millones de vidas en el mundo, amenaza las aspiraciones de la Gran Carpa.

Ahora, otros síntomas del coronavirus, no identificados por la Organización Mundial de La Salud, contagian a la sociedad deportiva y destruyen el sistema inmunológico que fortalece a estos determinados guerreros: la ansiedad, la desesperanza, el olvido, la frustración.

Algunos de estos malestares ya se estaban propagando, sin necesidad de la mortífera complicación respiratoria que acapara las conversaciones diarias en el mundo.

Otra epidemia más complicada azota a la sociedad venezolana… y tiene las bases llenas.

¿El Huevo o la Gallina? ¿El Juego o la Mascarilla? ¿El Aislamiento o la Apatía?

Irónicamente, la pelota invitó a casa al cual se convertiría en uno de sus mayores enemigos.

Los primeros casos de Covid-19 registrados en Venezuela se detectaron en la Isla de Margarita, a través de los atletas de una academia de béisbol. Un bateador emergente que no estaba originalmente en el line-up.

Esto fue la señal de alarma para un país. Esto llevo a los gobernantes a sellar a la ciudadanía en sus viviendas, como principal medida para combatir el letal malestar, mientras se esperaban por señales de alivio.

Pero otros virus ya habían arrasado en el campo de juego y más allá en varias regiones.

Carabobo fue por décadas un paradigma de gerencia deportiva de alta calidad, con atletas de alto rendimiento en constante cotización e infraestructura de excelente condición y funcionalidad. Esto se convirtió en una filosofía de avance que redefinió una era.

La aparición de la Fundación para el Desarrollo del Deporte (Fundadeporte), niño concebido por Henrique Salas Romer y Francisco Cabrera hace treinta años atrás, introdujo un concepto de administración de la actividad competitiva que impulsó a la región no sólo en el medallero nacional, sino que dibujó un rostro vanguardista, progresivo y afirmativo en suelo carabobeño.

Situó a esta localidad en un pedestal.

En los últimos ocho años, este pedestal ha ido bajado su altura.

Varios espacios para el adiestramiento y la competencia han desmejorado en su capacidad operativa, personal técnico y entrenadores van emigrando por mejores opciones, la dotación escasea para las jornadas diarias de práctica en muchas disciplinas.

Los Juegos Deportivos Nacionales del año 2013 representaron un golpe mortal para Carabobo. Tras décadas de dominio en la contienda, la delegación tuvo que regresar a casa con un segundo lugar, un resultado altamente criticado.

Evidencia que lo peor venía.

Este panorama amenaza a jóvenes como Granadillo y varias de las 20 promesas del deporte local, algunas de las cuales están en la lista de la Academia TJ, la cual tiene sus prácticas en el Estadio Alejandro Sevilla de la urbanización La Isabelica en la ciudad de Valencia, capital carabobeña.

Este coliseo, planificado en su tiempo para tener lo mejor en funcionalidad y longevidad, es un ícono de la pelota menor local. Entre las leyendas que han engalanado este campo figuran grandeligas como los hermanos Álvaro y Andrés Espinoza, Raúl Chávez y Omar Daal. Poner pie en su suelo es un escalón para la grandeza.

Un escalón en el cual estuvo involucrado “El Chamo” Flavio Fridegotto, reconocido empresario y gerente deportivo de la región, siempre atento para nuevas alternativas para el desarrollo de este sector tan glorioso y necesitado.

Víctima del Covid-19.

En ruinas

Yilbert debe hacer un viaje desde su residencia en el sector Fundación Mendoza hasta La Isabelica para sus prácticas. Un recorrido cada vez más tedioso por las fallas de transporte y deficiencias de combustible en el país.

Pero el esfuerzo lo vale, para poder llegar a esa cuna de estrellas.

Una cuna de estrellas en un cielo que cada día muestra menos destellos.

La indiferencia, el descuido y el hampa común ahora participan en una nueva disciplina que ha venido tomando ímpetu, aún sin la colaboración del Covid-19.

Antes de iniciar la pandemia, el estadio presentaba deterioros como parte de la cerca perimetral que fue derribada y los escombros siguieron en las adyacencias sin remover. El complejo de piscinas paralelo al campo tenía un bote de agua que inundaba los jardines, los sanitarios no cuentan con la distribución de agua blanca o negra para el aseo de los usuarios, los bombillos de las torres de iluminación tenían que ser removidos para evitar la tentación de delincuentes.

“Actualmente está peor”, señaló Mauro Sequera, instructor de la escuela.

Recientemente, una cloaca estalló en las cercanías y arruinó aún más el complicado. La delicada situación se volvió más precaria, sin la atención de los organismos que deben atender este inconveniente.

Se trata de más de 600 atletas de diferentes escuelas que emplean el Alejandro Sevilla para sus clases, cada una que comparte la misma opinión sobre el actual panorama: se trabaja con el corazón, sin una señal de ayuda del gobierno municipal o regional.

“Ponemos de nuestros recursos para que los muchachos practiquen”, continúa Sequera. “Hemos tenido que sufragar algunos gastos de nuestros bolsillos para que haya algunas condiciones aceptables”.

Esto, con salarios que proveen pocas satisfacciones para los entrenadores.

Los instructores, junto a los padres y representantes, han tenido que tomar medidas como remover las luminarias de las torres de alumbrado al terminar la jornada para que no queden al acceso de la delincuencia.

Estas complicaciones las comparten otras instancias dedicadas a la formación de talentos.

El Complejo Deportivo, Cultural y Educativo Monseñor Arocha, localizado en el barrio de la parroquia Miguel Peña es otro ejemplo de esta decadencia.

Equipos como los Vencedores tenían sus sesiones en el mencionado centro multiusos, aparte de otras disciplinas que han traído diversas glorias a la región. Muchos niños y padres agradecen la continua labor que se imparte en estas instalaciones.

Una inspección de parte de los instructores que imparten sus clases arrojó evidencia de varias inconveniencias y deterioros que no estaban visibles antes del decreto de aislamiento.

Ahora, es indispensable que venga una ayuda para que estos espacios recuperen su capacidad funcional.

Otro golpe fatal vino para la Escuela de Béisbol Menor del Club Firestone. Geovanna Gómez, responsable de la organización desde hace cinco años, explicó que tenían toda intención de continuar con trabajos de limpieza y acondicionamiento del estadio de la compañía de neumáticos durante la cuarentena, por lo menor para evitar que el estadio cayera en estado de deterioro.

“Desde que pasamos el mes de abril, pedimos a la empresa que por lo menos nos dejaran ingresar para ayudar con el mantenimiento y evitar ese abandono. Nunca tuvimos ninguna respuesta”.

“Yo mandaba mensajes a la directiva, pero ninguna respuesta”.

Esta actitud contra los representantes de la escuela ya tiene años de registro, lo cual perjudica a trescientos diecisiete atletas y diecisiete integrantes del personal técnico que requieren de estos espacios para su entrenamiento.

Personalidades del deporte en la región comentaron sobre el trágico impacto producido. La presidente de la Asociación de Softbol de Carabobo, Emilce Ostos, denunció lo que fue un atentado contra el legado local. “La Empresa acabó con 60 años de historia. A los que amamos el softbol, baloncesto y béisbol que hacíamos vida en estas grandes instalaciones nos duele ver como por mezquindades dejen que se destruyan estos espacios”.

Mientras que concuerda con las prioridades que se deben atender en momentos de epidemia, Ostos recuerda que “¿Cuándo todo esto pase, dónde van a jugar los muchachos de las diferentes ligas?”.

Elevado de foul fuera del parque.

A empezar desde cero

A pesar de un robusto equipaje en esta disciplina, el dedicado equipo de Juan Tarazona, José Andrés Estrada, Carlos Cedeño y Simón Garrido, responsables de la Academia CSJ, no había experimentado un reto como este.

Un reto que deberán enfrentar con una mentalidad de borrón y cuenta nueva.

“Estamos convencidos que al reintegrarnos a las actividades, estaremos comenzando desde cero”, afirma Tarazona.

La sede de la organización se encuentra en la zona sur de Valencia, en la Parroquia Santa Rosa. En este momento, muchos cambios y planes se trazan para el futuro y uno de los principales no es tanto las habilidades físicas de los deportistas, sino la reconstitución mental.

No sólo de los que saltan al campo.

“Hay que asesorar a los padres y representantes en este tiempo de dificultad”, señaló con preocupación. “No sólo se trata del deporte que tanto le gusta a los jóvenes, sino también que garantizamos una calidad de vida y una alimentación que en sus hogares no pueden conseguir”.

“Esto escapa de nuestras manos. La economía de estas familias es muy precaria”.

Hablando con otras academias del país, Tarazona confiesa que sus colegas han tenido que reestructurar sus organizaciones. “Hay instituciones que tenían más de ciento cincuenta peloteros entrenando con ellos, pero contemplaron que tienen que reducir sus matrículas hasta menos de treinta jóvenes para poder tener sus operaciones en condiciones aceptables. No se puede seguir con todas las ofertas con tan escasos recursos”.

El dirigente deportivo tiene claro que no todos sus pupilos podrían volver al campo. “Teníamos 22 muchachos entrenando con nosotros antes de la pandemia. Hemos perdido contacto con algunos. Suponemos que ciertos jóvenes no podrán seguir entrenando por la propia situación del país, tendrán que trabajar o migrar a otras localidades. Seguramente tendrá un efecto muy lamentable”.

Academia CSJ tenía sus cuantos prospectos listos para la firma con algunas organizaciones de Grandes Ligas. “Esto tiene un efecto psicológico muy profundo. Están mentalmente bloqueados y se desesperan ante la situación mundial. Fuera del país están despidiendo jugadores para que los equipos puedan ahorrar recursos. Es algo muy adverso”.

Orientar a los prospectos para retornar a su ritmo es un desafío. “Tenemos que enfocarnos en que mantengan una actitud sana y progresiva”.

Incluso si la pandemia hace creer que han perdido su gran oportunidad.

“Sin importar el año al cual le corresponda al atleta, trabajamos para que alcance su sueño. Teníamos a un lanzador que ya había pasado su momento de elegibilidad e insistimos que siguiera con su entrenamiento. Eventualmente, los Texas Rangers vieron que cumplía con las millas requeridas y se lo llevaron”.

“A lo mejor no se van con el promedio ideal, pero estando en otros país tienen las posibilidades de aumentar sus números y llegar al registro deseado”.

“Lo que más deseamos es que lleguen a la cima, pero que no olviden de donde vienen. Es nuestro orgullo y el ejemplo que dejarán para los que vienen”.

Con dos años laborando formalmente, más su período de gestación en El Charal, Flor Amarillo, la academia ha escrito sus variados capítulos en la historia del béisbol regional. Ahora cambian de sede para redactar nuevos episodios.

Juan Tarazona aspira que el problema del combustible no empeore.

Carlos Cedeño, por ejemplo tiene entre 15 y 20 años en el oficio, viajando con el equipo de Venezuela, con extensa experiencia en los detalles más significativos de la pelota.

Sus muchachos necesitarán de esta perseverancia como faro.

Barco espera zarpar

“Cada día recibimos cantidades de llamadas de padres y representantes preguntando, angustiados, cuando volveremos a las actividades. Amamos el béisbol, no nos gustaría nada más que ver a los muchachos jugando”, explicó Renny Bernal, presidente del Magallanes Showcase, uno de los mayores programas de exhibición de atletas locales para busca talentos de BGL.

Esta es una iniciativa de la franquicia regional Navegantes del Magallanes, que reúne, en el Estadio José Bernardo Pérez de la ciudad de Valencia, a más de ciento veinte jugadores con aspiraciones de la Gran Carpa para demostrar ante los representantes de las franquicias americanas que tienen lo necesario para brillar.

También es la garantía que cada muchacho pueda disfrutar de tres comidas balanceadas al día… e incluso de descansar en un colchón.

En el momento que la pandemia del Covid-19 expandió su alcance, las actividades en las academias cesaron hasta siguiente aviso.

“Tenemos que pensar en la salud y bienestar de los jóvenes antes de los negocios”, reiteró el gerente deportivo. “No podemos esperar tener a más de treinta jóvenes en el terreno, compartiendo equipo deportivo, en ocasiones en contacto físico cercano, y no arriesgarnos a tener contagios”.

Como muchas organizaciones en el momento, iniciaron el empleo de las redes sociales para sustituir los mecanismos presenciales y vigilar los entrenamientos diarios de sus representados.

Una luz al final del túnel se puede contemplar en este momento. En conjunto con el Ministerio del Deporte, la Federación Venezolana de Béisbol y la Asociación Venezolana de Agentes de Béisbol, los magallaneros esperan reactivar, con ciertas medidas.

“Tenemos varias medidas en mentes, como tener un número limitado de participantes por sesión. También estamos esperando que MLB ponga a la disposición algunos de sus recursos e implementos de higiene para la sanidad en los espacios. Cuando lleguen a Venezuela, esperamos adquirirlos”, explica Bernal.

Resalta que es importante conocer la relevancia de tener las prácticas presenciales en la academia contra la alternativa de enviar materiales audiovisuales individuales a los contactos en el extranjero. “Es muy poco lo cual un busca talentos puede apreciar en un video de dos minutos. Un agente necesita tener el suficiente tiempo y flexibilidad para contemplar las técnicas y el potencial del joven. Eso sólo lo puede garantizar una sesión organizada y planificada específicamente para este fin”.

A pesar de estos esfuerzos, no es posible garantizar un Showcase para este año. Esta iniciativa tendrá que seguir en la banca. “En este momento el tema de las firmas no está en la agenda de la academia”.

La paciencia de los jugadores y sus padres y la comprensión de los agentes debe ser una herramienta de prioridad para enfrentar este desafío, para que el 2021 permita que las promesas del béisbol venezolano luzcan relucientes en la vitrina del José Bernardo Pérez.

“Estos son muchachos jóvenes que tienen un nivel de recuperación física muy rápido. Pero requieren de un programa adecuado para que sobresalgan sus habilidades, especialmente si quieren resaltar en una prueba para talentos”,

Recuerda que “los que hayan seguido con disciplina su preparación estarán con mayor oportunidad de ser fichados por algún equipo”.

A pesar de los esfuerzos de Bernal y compañía, el reto va más allá de sobrevivir el arrasador paso del Covid-19. Países como Colombia y Panamá están ingresando con pasos agigantados en el mundo de la oferta de futuros grandes ligas, lo cual lleva a los cazatalentos a considerar poner sus puestos de operaciones en otras latitudes.

En ocasiones, la Academia Magallanes y sus descubrimientos deben optar por viajar a eventos planificados en otros países para asegurar la firma de los jóvenes en sus equipos soñados. Esta estrategia, por supuesto, implica mayores gastos para la organización, la cual opta por llevar a un más reducido número de jugadores con el fin de ahorrar en sus salidas del país y garantizar que los participantes con mayor oportunidad puedan captar la atención de los jueces.

Como testamento del poder del deporte, en momentos de tensión política, el trabajo con las promesas del béisbol es uno de los elementos que evita que la barrera entre dos países pueda llegar a una dimensión irreconciliable.

El Programa de Alianzas (MJB Partnership Program) mantiene su confianza en el trabajo que despliega la Academia Magallanes. Los enlaces no han fallado, sin importar la epidemia que se presente, sea viral o diplomática.

Desafortunadamente, el Covid-19 no establece relaciones con embajadas.

Sembrando Béisbol, Cosechando Expectativas

La Federación Venezolana de Béisbol ha visto la necesidad de mantener vigilancia sobre la situación país y como afecta a la disciplina, en medio de las condiciones más adversas para algunos de los oficios más críticos.

Yaseida Peraza, vicepresidente de la Federación, resalta que el trabajo con las academias ha sido indispensable en este punto y varias iniciativas para mantener el apoyo y el patrocinio han germinado como consecuencia.

El retorno al campo es un tema todavía en debate. “Tenemos que esperar que el Gobierno Nacional declare el fin de la cuarentena para poder retornar a las actividades habituales”.

Mientras tanto, la cosecha espera para revelar sus frutos.

El programa Sembrando Béisbol, iniciado en el año 2018, fue un mecanismo de la Federación para mantener la disciplina en desarrollo. Con la intención de masificar y que la disciplina llegue a todos los rincones del país, la labor en los Estados se vuelve vital y ese talento es el que luego el que nutre las distintas categorías de nuestra selección nacional.

Para el mes de mayo, FEVEBEISBOL anunció el inicio de su proceso de registro en línea para las academias por su portal: www.fevebeisbol.org y su correo electrónico: registro@fevebeisbol.org

La misión es desarrollar el talento de los peloteros de Venezuela, ayudar en las gestiones para el reconocimiento de las Academias registradas frente al Instituto Nacional del Deporte y fortalecer el programa Sembrando Beisbol en las áreas de formación para jugadores y entrenadores, conformación de las selecciones nacionales y programas antidoping entre otros.

Muchos torneos fueron desplegados para exhibir el talento nacional, lo cual ha llamado la atención de entidades interesadas en el patrocinio, dotación y asesoría de los involucrados. Pero la cuarentena ha dejado muy fuera de rumbo el esfuerzo.

Mantener al día los archivos y registros de la Federación no ha demostrado ser una caminata a primera base tras cuatro bolas. Las conexiones de internet van desmejorando en calidad y las rentas de los celulares son costosas para emplear esta alternativa.

“Todavía no tenemos números precisos de este registro”, aclaró.

Si las matemáticas son el idioma universal, también son la anatomía del deporte.

“Sabemos que no será sencillo, pero la disposición de las academias está intacta para retornar al trabajo con entusiasmo”.

 Este mundo requiere de números y en las categorías menores nacionales se implora con urgencia retomar las estadísticas.

La Economía: el Lanzador más Peligroso

El sector del deporte menor y comunitario encuentra una pista de obstáculos en lugar de un campo abierto para atajar cualquier elevado.

El ejemplo del Alejandro Sevilla y sus muchachos es una de las varias conexiones que se van por la línea de foul en el deporte menor nacional. Estas son las canteras de futuras estrellas, pero sin el apoyo necesario, sólo se pueden obtener frutos sin madurar.

Muchos de los involucrados en academias, escuelas, ligas y torneos de etapa desarrollo son personas de estratos sociales bajos, de humilde condición y escasos recursos económicos.

Argenis Ecarri, dirigente deportivo, remarca que no se ha visto esfuerzos por parte del sector gubernamental. “Tenemos años que no vemos ningún tipo de donativo de parte de Fundadeporte o Indeval. Estas entidades del gobierno no han destinado esfuerzos para ayudar a este sector”.

Algunas asociaciones deportivas han tomado la iniciativa de buscar recursos con los cual atender a sus integrantes en momento difíciles. La Asociación Carabobeña de Softbol, por ejemplo, entregó bolsas de comida a varios entrenadores como paliativo temporal de manera de combatir el dilema de la falta de insumos.

Para el mes de mayo, integrantes de la comunidad deportiva de alto rendimiento y masificación en el estado Carabobo recibieron, a través del Sistema Patria, la asignación del bono especial, ante la coyuntura de la cuarentena social y colectiva que se cumple en la entidad.

Esta iniciativa vino por parte del Ministro del Poder Popular para la Juventud y el Deporte, Pedro Infante, quien activó un Plan Nacional de Fortalecimiento del Sector Deportivo, con políticas inclusivas para los atletas que cumplen cuarentena social ante la contingencia por el Covid-19.

“Ese es un Bono de la Miseria”, ratificó Ecarrí. “Una burla para el deporte”.

En una economía que cada día emplea con mayor frecuencia y amplitud el dólar sobre la moneda nacional, estos donativos no generan el bienestar esperado.

“Obviamente, están desconectados de la realidad que atravesamos en el país”, insiste el vocero del sector. “Parece que no saben cuánto cuesta comprar un guante o una pelota de béisbol… o incluso un kilo de carne. Estos bonos son insuficientes”.

La nueva edición de los Juegos Deportivos Nacionales, planificada para el reciente año 2020, hubiese sido una señal de alivio para el deporte carabobeño, e incluso la posibilidad de redención. Con la máxima cita atlética nacional, la promesa de mayor dotación, mejoras en las instalaciones y otras mejoras habrían aliviado esta contrariedad.

En espera.

La Universidad de Carabobo, un garante de los futuros profesionales de alta calidad de la región y el país, es a la vez un espacio para que la actividad atlética florezca en la región, con varias promesas y glorias carabobeñas graduadas de los pasillos de la principal casa de estudios del estado.

La devaluación del presupuesto educativo ha devastado los esfuerzos en materia deportiva de la institución, al mismo tiempo que el hampa común ataca con mayor frecuencia… vaciando las bases y las oficinas.

El director de deportes de la U.C, Mauro Montero, había desplegado ciertas estrategias para recuperar los espacios y evitar nuevos actos de vandalismo, uno de los cuales incluía permiso para escuelas de béisbol para emplear el Estadio Ramón Hernández del Campus Bárbula.

“A cambio de poder emplear nuestros espacios, las academias podían ayudar con labores de mantenimiento y embellecimiento de las instalaciones. Este acuerdo traducía en un nuevo rostro más optimista para la comunidad ucista”.

Con la llegada de la cuarentena, esta idea tuvo que guardar cama.

Ahora, con un clima de enfrentamiento y desesperanza, la U.C. debate la factibilidad de regresar a sus actividades, lo cual mantiene en alerta a la Dirección de Deportes.

“La remuneración de nuestros profesores y entrenadores es completamente insuficiente para sus necesidades. El salario se podría esfumar nada más en pasajes o poner combustible en sus vehículos. Todos queremos que la Universidad se mantenga en funcionamiento, pero es un esfuerzo de mucha vocación”.

El salario mínimo en Venezuela es de Bs. 400 000, con un bono de alimentación de  Bs. 400 000, lo cual lleva a un total de Bs. 800 000, monto que ronda en menos de dos dólares mensuales, moneda que se cotiza en más de Bs. 500.000,00 por el momento. La inflación se mantiene sin freno y las necesidades más básicas del venezolano escapan por mucho su poder adquisitivo.

Considerando cuanto puede requerir un atleta para su alimentación, este ingreso no permite llegar a la primera base.

Por otro lado, llenar un tanque de 40 litros de gasolina para un automóvil puede llevarse un dólar con el precio subsidiado, pero requiere de varios días de paciencia frente a una estación de servicio. Con el precio internacional, es menor la espera pero son 20 dólares.

Esto, en un país productor de petróleo.

Comprar una pelota de béisbol queda muy fuera de los planes.

Estos números no aparecen en ningún scoreboard, pero pueden decir con claridad que el marcador está en contra del equipo de casa.

Liga que se estira y encoge

La Liga Venezolana de Béisbol Profesional, que debería ser la principal carta de referencia del pelotero criollo, sigue atravesando oscuros capítulos de historia.

La temporada 2019-20 estuvo en peligro ante las tensas relaciones de los gobiernos de Estados Unidos y Venezuela, lo cual por un momento parecía imposibilitar la llegada de jugadores radicados o contratados en la nación norteamericana para participar en la pelota criolla.

En medio de este clima, Juan José Ávila renunció a la presidencia de la organización para pasar la antorcha Giuseppe Parmisano.

Otros problemas del momento como las deficiencias en el transporte público, las irregularidades en el sistema de energía eléctrica y la inseguridad plagaron esta entrega del principal pasatiempo nacional.

“Aquí habrá béisbol, aunque tengamos que jugar nosotros”, fueron las palabras del presidente de la Asamblea Nacional Constituyente, Diosdado Cabello, con respecto a la posibilidad de suspender la zafra.

… Y hubo béisbol.

Sin Cabello y los constituyentes.

Una temporada, la cual inició el 5 de noviembre (en vez de mediados de octubre) disminuida en número de juegos para enfrentar el problema de las faltas de transporte, menor exposición en los medios, baja calidad en los juegos y otras deficiencias. Se disputaron 168 juegos, repartidos en ocho semanas, a razón de 42 encuentros por equipo.

Y la edición 2019 de la Serie del Caribe, programada para el estado Lara, fue cancelada y trasladada a Panamá por complicaciones políticas.

Para mediados de agosto de este año, la directiva de la LVBP declaró que “A escasos meses para lo que sería la jornada inaugural de la zafra 2020-2021, tenemos el deber de manifestar muy responsablemente que el montaje del evento favorito y más esperado del pueblo venezolano se hace cada vez más complejo”.

Dilemas como restablecer el orden jurídico de los equipos Tigres de Aragua y Navegantes del Magallanes, según el Acuerdo de Ligas de Invierno que sostienen los circuitos miembros de la Confederación de Béisbol Profesional del Caribe con la Major League Baseball, siguen en trámite.

Al mismo tiempo, llegó la intervención gubernamental del equipo Bravos de Margarita.

Una vez más, la liga con la cuenta en contra.

El Presidente de La República, Nicolás Maduro, declaró que la Temporada 2020-21 dará el grito de Playball el 16 de noviembre. Aunque la Liga no se ha pronunciado al respecto, ya se puede contemplar el recorrido en los estadios para verificar las condiciones para el retorno a la competencia.

El riesgo puede ser mayor que la recompensa.

En la edición 2019-20, el bajo poder adquisitivo ya estaba traduciendo en estadios al mínimo de su capacidad. Una nueva zafra sin presencia de fanáticos no sería una nueva experiencia.

No es el mejor jardín para sembrar las semillas del porvenir.

Pocos futuros grandes ligas querrían incluir esta pasantía en su currículo.

Nuevo turno al bate

Para el mes de diciembre, el Gobierno Nacional plantea flexibilizar la cuarentena para varios sectores, incluyendo la recreación y los deportes. Esto podría representar un bálsamo para la práctica del béisbol.

Pero no es un indicador que la crisis ha sido superada.

Para el momento, las cifras oficiales del Covid-19 en Venezuela traspasan los 90 mil casos con cerca de 800 fallecidos, con números de más de 300 nuevos pacientes diarios en semanas de flexibilización. 14 galenos han fallecido en Carabobo durante su servicio por el tratamiento a pacientes que presentan el terrible virus. Gremios del sector salud advierten que la curva de contagios en el país no ha frenado su crecimiento y que no existen los mecanismos para dar respuesta a una mayor oleada de pacientes, al permitir que la población retorne sin el cuidado necesario a sus actividades habituales.

Al mismo tiempo que las autoridades gubernamentales insisten en llamar para elecciones de diputados de la Asamblea Nacional para el mes de diciembre.

El Covid-19 representa un nuevo tipo de enemigo.

Es indiferente, insensible, sin un patrón lógico para sus víctimas e incapaz de reconocer su responsabilidad por sus acciones. No está disponible para los medios de comunicación, no otorga entrevistas, no convoca a ruedas de prensa ni responde ninguna pregunta.

Un estadio sin fanáticos puede provocar una calma intolerable.

Pero los gritos de alarma por no encontrar medicamentos pueden destrozas los oídos más sordos.

Igual que esos gritos internos que piden volver al terreno de competencia.

Hay que buscar otra jugada para llegar al plato.

El 2021, aun cuando la amenaza del Covid-19 haya retrocedido, no ilustra un panorama prometedor en el mundo del deporte. Muchas empresas patrocinadoras deberán recalcular sus egresos atléticos para enfrentar las pérdidas experimentadas durante el 2020. Sus patrocinios serán limitados para recuperar sus operatividades, mantener sus nóminas y reponer las ganancias.

Los jugosos contratos que muchos talentos aspiran serán más limitados, a menor cantidad de aspirantes y con montos más humildes.

Esto implica una competencia más férrea.

Atletas gritando con mayor fuerza con cada triunfo, lanzamientos más feroces, corriendo con mayor velocidad para atrapar cada batazo, abanicando cada envío con la misión de sacar la esférica del parque de juego, hasta el firmamento, para que llegue a su lugar con las estrellas y aspirando alcanzar esta altura en un momento que el deporte toca fondo.

La esperanza es la vacuna, la voluntad es el combustible.

A los dieciocho años de edad, Yilbert Granadillo ansia, como todos sus compañeros que esta adversa situación termine pronto para regresar a sus actividades normales.

“La idea es dar lo mejor de mí para ser firmado por un equipo de Grandes Ligas. No me importa cuál sea, voy a tomar la primera oportunidad que venga”.

Tratar de conectar cualquier lanzamiento que venga es la misión.

Salvador Pérez tuvo que enfrentar varios obstáculos y desafíos en su camino a la gloria, pero nunca tuvo que lidiar con los devastadores efectos que esta pandemia ha propinado a los futuros Grandes Ligas venezolanos… quienes deberán demostrar mayores habilidades que el poder de sus brazos.

El Covid-19 es una complicación respiratoria, pero un joven soñador todavía puede inhalar esperanza.

Aún con el marcador en contra en la novena entrada.

La pasión mantiene el corazón pulsando e impide que el virus llegue a los pulmones.

Pero con el estómago vacío.

Te puede interesar

Facebook
Twitter
WhatsApp
LinkedIn
Pinterest
Previous slide
Next slide
Previous slide
Next slide

Economía

Política

WP Radio
WP Radio
OFFLINE LIVE
Scroll al inicio