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Historietas con historia

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Columna: Mejor Vivir

(Por: Arnaldo Rojas)

Los suplementos o revistas de comiquitas (historietas) como se las conoce popularmente son casi desconocidas para las nuevas generaciones que ya pertenecen a la era de la animación digital. Antes de la masificación de la TV y de la llegada de internet, los llamados “suplementos” de historietas eran uno de los entretenimientos preferidos de niños, niñas, jóvenes e incluso, muchos adultos. Ahora, el cine hollywoodense ha vuelto a llamar la atención sobre este producto de la cultura pop al revivir viejos héroes de los “comics” como El Hombre Araña, Batman, Ironman, Capitán América, Hulk, X-Men, etc.

Lo cierto es que las historietas tienen ya una larga historia. Sus primeras apariciones se remontan al Siglo XIX, cuando los periódicos empezaron a incluir hojas o mitades de página donde colocaban estas historias cortas narradas con caricaturas que, poco a poco, llegaron a convertirse en lo que conocemos hoy en día.

A partir de 1945, inaugurando la era de postguerra en EE.UU, se inició la publicación de revistas dedicadas únicamente al cómic que resultaron de gran éxito comercial pero desataron una marea de preocupación sobre los efectos de  estas publicaciones en niños y jóvenes, sobre todo por los estereotipos que creaban con sus “superhéroes”, sembrando equívocos en la mente de la población infantil y juvenil. La preocupación pública fue muy promovida por el psiquiatra Frederich Wertham, quien argumentaba que los cómics más populares del momento eran una las  principales causas de la delincuencia juvenil.

Como respuesta a esta situación, surgió en 1965 una iniciativa muy peculiar. EC Comics, que creó una serie de suplementos “más saludables”. Uno de ellos fue una historieta que buscaba promover la salud mental. En este cómic, titulado simplemente “Psicoanálisis”, se presentaban, de manera casi irrisoria, algunos casos clínicos que se podrían aplicar a prácticamente cualquier persona.

Algunos investigadores y críticos han señalado que la psicología y la psiquiatría están representadas bastante mal en estas historietas, aunque reconocen que sí ofrecen una percepción fascinante de las actitudes de la década de los cincuentas hacia la gente con afecciones mentales y su tratamiento. A pesar del hecho de que este tipo de trastornos son un tema recurrente en muchas historietas contemporáneas, muy pocos títulos modernos intentan educar seriamente a sus lectores acerca de los asuntos de la salud emocional.

Cada ejemplar de aquel viejo suplemento de “psico-cómic” le dio continuidad a las historias de los problemas psicológicos de tres personajes y cómo fueron rápidamente curados mediante el psicoanálisis freudiano tradicional. Los conceptos básicos de los temas eran más o menos así: Primero, todo es culpa de los padres y segundo, cualquier problema mental puede ser curado por el psicoanálisis y algunos fármacos. Se supone que en aquella época apenas comenzaban a  salir y ser autorizados medicamentos efectivos para tales problemas. Sin embargo, destacan los beneficios de algunos tipos de medicación.

Una de las historietas describe, por ejemplo, la experiencia de un personaje que llega a pensar que tiene un chip en el cerebro, implantado por ciertos científicos para controlar sus pensamientos. Comienza a escuchar voces y se vuelve paranoico. Es admitido en un hospital y le prescriben medicamentos antipsicóticos, los cuales le ayudan a recuperarse a la perfección. Y así, todas las anécdotas se presentan con episodios sobre la psicosis y se  advierte a los personajes que no dejen de tomar su medicamento nunca.

Como era de esperarse, el suplemento “Psicoanálisis” no tuvo una trayectoria muy larga. Después del cuarto número desapareció por falta de lectores. Es muy interesante, sin embargo, apreciar cómo se intentó, en aquellos tiempos, versionar en historietas el psicoanálisis freudiano y la prescripción de antipsicóticos como un remedio para los trastornos mentales Curiosamente, también encontramos un detalle bastante cínico: el proyecto del suplemento “Psicoanálisis” fue patrocinado por la compañía farmacéutica Janssen-Cilage, interesada en promover sus productos antipsicóticos. Por lo cual, además de quedar como una curiosidad bibliográfica, esta publicación  es un antecedente de la manipulación mediática.

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