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Hagamos el ejercicio de pensar

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Columna:Violencia, Cultura y Religión

(Por: Pbro. Msc. Luis E. Martínez B)

Lmartinezbastardo@yahoo.com

.-En los albores de la dictadura venezolana, cuando gobernaba este país el General Marcos Evangelista Pérez Jiménez, varias máximas se fueron instaurando en el léxico nacional. Una de ellas todavía hoy la conservamos: “primero dispare y después pregunte”. Esta expresión era empleada en defensa de los intereses de la Nación, y se aplicaba cuando se estaba detrás de algún personaje que pudiera atentar contra la “paz nacional”. En las actuales circunstancias, podemos emplear una frase que esencialmente expresa lo mismo, pero esta vez referida a la forma como emitimos opiniones acerca de cualquier cosa que nos afecte o nos interese: “Primero criticamos y después pensamos”. En algunos casos esa puede ser la experiencia nuestra, con mucha facilidad criticamos el mensajero y no conocemos el mensaje.
Pensar es un ejercicio al que ninguno de los seres humanos puede renunciar. Pensar consiste en procesar toda la información que poseemos y de la cual nos hacemos a lo largo de la vida y la vamos discriminando para darle el uso correspondiente y adecuado; cuando pensamos podemos emplear lo que poseemos mentalmente para provecho de nuestra vida. El pensar es también el fruto de nuestra relación con el entorno, con quien nos rodea y con lo que nos rodea. No se trata solo de descubrir la sinapsis, como proceso en el cual las neuronas tienen contacto entre sí, ese ejercicio tiene una repercusión mucho mayor. La comprensión del universo; el modo cómo distinguimos una cosa de la otra y la interpretamos; todo esto tiene que ver con el acto de pensar.
La situación del mundo de hoy nos exige pensar para poderlo interpretar correctamente. No basta solo pensar, sino dar el paso y descubrir por qué pienso.

El P. Bernard Lonergan, un sacerdote jesuita profesor la Universidad Gregoriana de Roma y promotor del acto de pensar, en su libro Insight, plantea su método teológico; invita a “ejercer un acto personal decisivo: el acto de ir explorando y haciéndose dueño del propio dinamismo consciente”. Lonergan, B. (1999) Insight. Estudio sobre la comprensión humana, Salamanca, Editorial Sígueme-UIA. p 24. Las palabras proceso y dinamismo suponen un acto generativo y crítico construido desde la experiencia y la propia comprensión, pero también supone una decisión, que nos apropiamos del acto que fue hecho por nosotros mismos; no en
vano la sabiduría popular afirma que “soy dueño de lo que pienso”.
El “Hoy” de la historia del mundo y concretamente de nuestro país (que es nuestra experiencia próxima del mundo) está demando que hagamos el ejercicio de pensar. Que se desarrolle el dinamismo en nosotros y que comprendamos la realidad sensible tal cual como es y no como creemos que es. La situación que adorna nuestra historia no siempre puede ser interpretada fácilmente. Si hay algo complejo de para comprender y descifrar es la historia de nuestra Patria y el comportamiento de los que en ella vivimos. Tenemos la tentación de dogmatizar o estigmatizar, de satanizar o divinizar pensamientos, defendemos a ultranza posturas, (y esto es fruto de la posmodernidad; hoy por hoy nadie se va a inmolar por leer un libro, pero si por defender emocionalmente una ideología), sacrificamos afectos, filias, nos hacemos enemigos y mostramos fobias si alguien se atreve a ir en contra de nuestros
planteamientos, esto es negarse al ejercicio de la mente, a pensar.
Este espacio es una propuesta para pensar; al Insihgt, pensar por qué pienso; el salto cualitativo de Teilhard de Chardin o el eureka de los griegos; lo que nos sucede no puede seguir siendo un fenómeno que se presenta ante nosotros y no nos damos el tiempo de detenernos ante él para, al menos, considerar si lo que se está mostrando ante nosotros nos pertenece o no, si forma parte de nuestra constitución genética o si es estructuralmente sociológico. El pensar es fruto de nuestra relación con el entorno y con los demás; las cosas que suceden a nuestro alrededor generan un impacto y eso debemos admitirlo, de lo contrario estamos aislados y según Aristóteles “el que se aísla se convierte en una bestia”.
Pensando en estas cosas que se nos muestran en el comportamiento humano, es inevitable intentar ponderar el desafío que se impone todos los días con relación a las consecuencias ciudadanas de nuestra manera de vivir. Son muchas las cosas que se han adherido a la antropología del venezolano y que no nos definían antropológicamente. Al abandonar el acto de decidir pensar, actuamos en consecuencia, no somos capaces de calcular nuestros actos, las causas y los efectos que repercuten en la
vida de los demás.
Nos toca pensar, pensar incluso en nuestra relación con Dios, pensar en el Dios en el que creemos si se parece o es el mismo Dios que nos ha revelado nuestro Señor Jesucristo, pensar en la repercusión de nuestra fe en la vida y en la transformación social. En lo que San Juan Pablo II, recordado y querido por los venezolanos, llamaba: la responsabilidad social de la fe. Pensar si nuestra
fe nos está empujando a acercarnos más al prójimo o nos está haciendo levantar barreras, islas, distancias. Por esta razón el Cardenal, Arzobispo de Milán, biblista y director de uno de los más prestigioso Institutos de estudios de la Biblia, Monseñor Carlo María Martini sostiene que “en este momento urge más hacer que la gente piense a que la gente crea”.
El presente nos impone pensar para que actuar sea más acorde con las aspiraciones humanas y colectivas. El descubrir el valor supremo del otro que es también expresión de mi valor, esto hace que mis actos puedan proyectarse en él de un modo más eficaz y respetuoso. Definitivamente se nos impone considerar seriamente el ejercicio de pensar.
Cada semana esta columna quiere ser una ventana para pensar. Para acercarnos a algunos elementos de la realidad y analizarlos, pensar; tomar la decisión de pensar y actuar en consecuencia. El nombre de la columna son tres categorías que nos contextualizan muy bien y que dado los cambios acelerados están siendo temas de estudio para muchas disciplinas. Violencia, Cultura y Religión. La filosofía está muy interesada en estas tres dimensiones de la vida sociológica.
El origen (misterioso) de la violencia; descubrir cuándo se instauró en el comportamiento humano; su influencia ha sido tan determinante en la conducta del ser humano, que la violencia es considerada como cultural. Preocupado por esto es que el Magisterio Pontificio contemporáneo ha invitado a contemplar la “Civilización del amor” frente a la “cultura de la muerte”, esta cultura expresa el enraizamiento de la violencia en nosotros, generando estructuras paralelas en la sociedad, estableciendo códigos sociales e individuales para actuar, que nos empujan a corrompernos, a actuar dentro del marco de la cultura de la muerte.
El termino Religión para nosotros evoca y sugiere siempre la relación con una divinidad. En la comprensión común, en el consciente colectivo, Religión expresa la virtud innata en nosotros que busca lo sobrenatural. Religión significa unirse, y esta capacidad de unirse solo se da desde la decisión de aceptar las condiciones, de vivir según sus códigos y sus parámetros. Los liderazgos religiosos son aquéllos que despiertan las emociones de los seguidores y se adhieren a ellos fervientemente. Estos liderazgos pueden incluso, inducir a la práctica de la cultura de la violencia, a considerar como elemento la cultura de la muerte y de la violencia.
El prisma que queremos emplear para estos encuentros semanales será la reflexión desde la Educación Ciudadana. Resulta curioso el desuso en el que ha entrado esta palabra durante los últimos años. La ciudadanía es la palabra que identifica a los que conformamos la ciudad, pero esta condición exige y requiere un comportamiento, demanda unos deberes y compromisos con la ciudad a la que pertenecemos. El ciudadano es distinto del habitante.
El ciudadano se siente parte de la ciudad, sabe que su compromiso incide en el fortalecimiento de las virtudes cívicas; trabaja por cultivarlas, procura el Summum Bonum que consiste en el Bien Común, no solamente el individual. La columna vertebral de su comportamiento es la práctica de una vida comprometida con la polis. El habitante, más bien, se siente inquilino de la ciudad, sin compromiso; no procura la conciencia cívica. La Educación Ciudadana fue parte de nuestro Sistema Nacional de Educación hasta que en algún momento desaparece gracias a que no se estaba generando el impacto necesario en la sociedad. Es que las virtudes son bienes imitables no decretables, sino vemos en el otro la fuerza la virtud, -valga la redundancia-, no la voy a apreciar, no voy a descubrir el supremo valor de ejercitarla.
Justamente hoy en la Iglesia Católica se recuerda la figura de un hombre cuya manera de pensar supera los horizontes, se trata de San Agustín de Hipona. Con relación al entendimiento, al ejercicio de pensar, dice que es “una facultad o fuerza vital innata, por medio de la cual el alma humana puede conocer las cosas insensibles y espirituales, y las sensibles y materiales por medio de ideas
universales”. Comencemos nuestro itinerario para Pensar. Hagamos el ejercicio mental de descubrir lo que realmente somos y tomemos la decisión de replicarlo en nuestra vida social, nuestra vida ciudadana.

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