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Fratelli Tutti: Una nueva educación para una nueva humanidad

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I Parte

Columna: Violencia, Cultura y Religión

(Por: Pbro. Luis Eduardo Martínez Bastardo)

Lmartinezbastardo@yahoo.com

“Una forma de vida con sabor a evangelio”. Con estas palabras, el Papa Francisco nos propone una lectura cargada de verbos significativos, -como a él le gusta escribir-; de imágenes y figuras; situaciones y conversaciones que, como el mismo Papa llama, han sido inspiradoras en la escritura y redacción de esta Carta. Fratelli Tutti, en la traducción al castellano nos dice: Hermanos todos. Una relectura de la espiritualidad universal del Poverello de Asis, San Francisco, para dirigirse a todos los miembros de la humanidad “tanto a su hermano cuando está lejos de él como cuando está junto a él”.
Esta manera de concebir la fraternidad universal, es un modo seguro de ser feliz; es asumir una interconexión que me responsabiliza del otro; se trata de reconocer la interdependencia que me impone una relación con los demás que supera los límites del altruismo y la filantropía, la incluye, pero no basta solo esto como gesto que tranquiliza la conciencia sino que espera que se dispongan los corazones.
La Iglesia tiene diversas maneras comunicarse con la humanidad, el Ministerio del Papa que en este momento no solo es una faro para a vida de los seres humanos, sino que también es una referencia dada su autoridad moral, tiene el deber de manifestar a la luz del evangelio el análisis de la vida de las personas, contrastarlas con el evangelio y discernir juntos lo mejor para todos. La Carta encíclica Fratelli Tutti, se enmarca dentro de una forma muy antigua del Papa dirigirse a la humanidad pero también de una forma clara y, -por qué no decirlo-, solemne.

Por medio de las Cartas Encíclicas, el Romano Pontífice manifiesta definiciones de fe, establece dogmas, expresa contenidos con relación a la fe a la moral y a las buenas costumbres. Además de estos temas que son propios de la naturaleza de la Iglesia, también, manifiesta su comprensión y parecer de la Iglesia sobre algunos temas no opinables, discutibles por que forman parte de la vida social, de la construcción de la ciudadanía en sus ámbitos social, político, económico.
Precisamente, Fratelli Tutti, expresa un contenido que el Papa ha llamado: “fraternidad y amistad social”. El hecho de que en un momento como este el Papa ponga a consideración de la humanidad temas como estos, se debe a que son cuestiones que han estado relacionadas con su interés y forman parte de la orientación de su Ministerio Petrino. El caso de Laudato Si, expresión también
tomada del glosario de San Francisco de Asís, encíclica en la cual el Papa “nos recordaba que nuestra casa común es también como una hermana, con la cual compartimos la existencia, y como una madre bella que nos acoge entre sus brazos”, además de denunciar que “la violencia que hay en el corazón humano, herido por el pecado, también se manifiesta en los síntomas de enfermedad que advertimos en
el suelo, en el agua, en el aire y en los seres vivientes”. El contenido social de esta Encíclica pone de manifiesto una preocupación pero también una posición propia de la cosmogonía papal. Tanto una como la otra Encíclica son una sistematización del pensamiento sociopolítico del Papa argentino.
Fratelli Tutti, es para el Papa Francisco una respuesta a la “guerra dialéctica” contemporánea; es una invitación de San Francisco a descubrir el amor primero de Dios a la humanidad que espera un gesto de este amor entre nosotros mismos. En la vida cristiana que inspira el santo de Asís, el Obispo de Roma rescata del sueño de la sociedad fraterna: “sólo el hombre que acepta acercarse a otros seres en su movimiento propio, no para retenerlos en el suyo, sino para ayudarles a ser más ellos mismos, se hace realmente padre”, es decir, es una invitación a romper el dinamismo de la sociedad egoísta, la sociedad del descarte para plantear un movimiento más humano, que abraza a todos y que tiene como fruto la verdadera paz y la libertad.
Como una confesión pública, el Papa expresa algunas de sus motivaciones al reflexionar y escribir sobre este tema sociopolítico.

Además de la espiritualidad de San Francisco de Asís, encontramos otra inspiración que el Papa ha tenido para proponernos estas líneas. Curiosamente no se trata de un elemento, persona o categoría cristiana aunque si creyente. Nos dice el Papa: “en este caso me sentí especialmente estimulado por el Gran Imán Ahmad Al-Tayyeb, con quien me encontré en Abu Dabi para recordar que Dios «ha creado todos los seres humanos iguales en los derechos, en los deberes y en la dignidad, y los ha llamado a convivir como hermanos entre ellos»”. Esta referencia es mucho
más que una simple alusión bibliográfica. Se trata de una memoria de un acontecimiento mucho más importante y que abre una ventana a la lucha contra la violencia religiosa, el terrorismo y a favor de la paz y la igualdad. Incluso son temas que tienen puntos comunes en la humanidad.
Fratelli tutti, la podemos considerar como una prolongación del acuerdo firmado por el Papa Francisco y el Gran Imán Ahmad Al-Tayyeb en su viaje a Emiratos Árabes Unidos en febrero del 2019.
La Carta encíclica es una respuesta de la Iglesia al compromiso asumido en aquélla firma histórica; es una manera de cerrar la puerta definitivamente al terrorismo religioso, a la violencia sin razón y a las divisiones sin sentido. Expresiones como antisemitismo, islamofobia, cristianofobia, o persecución a los cristianos son cosas que deben acabarse de este mundo, como ha afirmado Antonio Gutierres, Secretario General de ONU. Si en la antigüedad se recurría al Circo Máximo para disfrutar del martirio de los primero cristianos, también es verdad que el número no era mayor a 300.000 personas que sufrían por su condición religiosa. Hoy se habla de más de 40 millones de personas que en el mundo han sido desplazadas o perseguidas por su fe.
En este momento la violencia religiosa apunta hacia el Islamismo fundamentalista; somos testigos del dolor que ha causado el Califato; de los diversos atentados perpetrados en el mundo entero; decapitaciones, asesinatos coacciones, incluso negocios oscuros que se deslizan en medio de la humanidad y que son un signo de la muerte que impera y distrae el sentido pleno de la vida. Hermanos todos se deslinda de la violencia, la rechaza, la condena, se separa de ella como medio para alcanzar
cualquier reivindicación por justa que sea, pero también por medio de esta Carta encíclica, el Papa sabe dar la mano a los que practican la violencia, es decir, reconoce que quien vive en la violencia es víctima de ella y necesita encontrar el camino para el cual fue creado.
A lo largo de estas próximas semanas iremos acercándonos a esta Carta del Papa Francisco que ya comienza a resultar polémica en su contenido. Nuestro análisis será desde el prisma de la educación concebida ésta como una nueva manera de educar para generar una nueva humanidad. La referencia que el Romano Pontífice hace a la necesidad de “no promuever disputas ni controversias, sino que estén sometidos a toda humana criatura por Dios”, citando y recordando a San Francisco de Asís es un
reclamo a una Educación para la paz y la convivencia ciudadana, a descubrir la religión los elementos fundamentales que brotan de la verdadera relación con Dios y en ellos no encontramos ni violencia ni discriminación. Hemos comentado algunos elementos de la introducción, más bien presentación ya que en ella no encontramos los núcleos temáticos de la Encíclica, solo algunas consideraciones.
Haremos una lectura exegética de la Carta Papal, destacaremos los detalles más significativos, incluso para nuestro contexto latinoamericano ya que la razón de ser de una Carta encíclica es universal por eso debe recoger un panorama mundial del problema allí planeado y debe representar una repuesta concreta pero global, aplicable a todas las sociedades. Ciertamente no es posible mantener una actitud
tabula rasa, como lo diría Santo Tomás de Aquino, no es fácil leer esta encíclica teniendo un papel en blanco delante ya que también el Papa es hijo de una época, de un contexto y de una precomprensión de la vida y de la historia, por cual esto se refleja en todo lo que hace y escribe.
En la lectura detenida del documento pontificio, propondremos a manera de contraste el apello mundial del sucesor del apóstol Pedro y los elementos que desafían este llamado, todo esto bajo la guía de descubrir elementos que puedan contribuir a la educación de una nueva humanidad. Los anteojos que servirán para leer esta Carta encíclica serán los anteojos de una educación para una nueva humanidad.

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