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Este 7 de agosto será honrada la sierva de Dios María Esperanza de Bianchini

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Un día como hoy, hace diecisiete años, la sierva de Dios María Esperanza Medrano de Bianchini, vidente y mensajera de la Virgen Reconciliadora de Todos los Pueblos y Naciones, también conocida como Virgen de Betania partió de este mundo, dejando un legado de amor, reconciliación y gran deseo de llevar la Palabra del Señor a cada rincón, y de ponerla en práctica a través del amor de la familia.

Por tal motivo, este sábado, 7 de agosto se celebrará una Misa para recordarla y tener siempre presente su mensaje evangelizador que pregonó durante su permanencia en la Tierra. La ceremonia eucarística se llevará a cabo en el Santuario de Nuestra Señora de La Candelaria – Dr. José Gregorio Hernández, en Caracas. Estará a cargo del Rev. Pbro. Gerardino Barracchini, y contará con la asistencia de miembros de la Fundación Betania, incluyendo la familia Bianchini y Coral Betania, además de amigos que siguieron la obra de la sierva de Dios María Esperanza y feligreses de la parroquia.

El legado, su ejemplo

Hoy día, el legado de la sierva de Dios, anclado en la oración, la meditación, la penitencia y Eucaristía, como pilares para seguir fortaleciendo a la familia, sigue siendo una práctica entre miembros de su familia, y de las veintiuna comunidades de Betania, diseminadas en muchos países del mundo; así como también entre el gran número de personas devotas, que se cruzaron en su camino.

En Venezuela, por un período, los días 7 de cada mes, en el Santuario Nuestra Señora de La Candelaria – Dr. José Gregorio Hernández, se dedica la Eucaristía por la sierva de Dios María Esperanza, con el fin de dar a conocer su vida, obra y poder de intercesión,  y promover su causa de canonización.

 Acerca de la sierva de Dios María Esperanza de Bianchini

María Esperanza Medrano de Bianchini nació en Barrancas, capital del municipio Sotillo del estado Monagas, en Venezuela, el 22 de noviembre de 1928.

Desde muy niña tuvo revelaciones del Cielo. Entre los directores espirituales que la guiaron se mencionan a monseñor Juan José Bernal, en Venezuela, quien la acompañó siendo una niña; san Padre Pío de Pietrelcina y el padre Felice Cappello, en Roma.

Con el tiempo, ingresa al Convento de las Hermanas Franciscanas de Mérida donde, mediante una revelación de santa Teresita del Niño Jesús, del Corazón de Jesús y del Corazón Inmaculado de María, recibe instrucciones para ir a Roma, y su vocación como esposa y madre le es develada.

En Roma conoció a su esposo, el Sr. Geo Bianchini y contrajeron matrimonio en 1956 en la Basílica de San Pedro, en la capilla del coro de la Inmaculada Concepción. Como misionera recorrió muchos lugares junto con su familia, especialmente los Estados Unidos.

Su apostolado se fundamentó en la reconciliación, unidad familiar, frecuencia en los sacramentos, oración, meditación, penitencia, Eucaristía, adoración al Santísimo Sacramento, formación de la juventud y el rezo del Rosario.

Destacó la importancia del servicio al prójimo: “Servir y no ser servido”, y de la humildad como virtud para alcanzar el Cielo, de allí su célebre frase; “La humildad es el puente de cristal que nos conduce al Cielo’’.

Con nota de prensa

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