Previous
Next
Previous
Next

El patriarca Abraham

Previous
Next
Previous
Next
Facebook
Twitter
WhatsApp
Pinterest
Pocket

(Por: Lionel Álvarez Ibarra)

.-Uno de los pasajes bíblicos que más recuerdo de mis clases de religión en el colegio Don Bosco, es aquel momento cuando Dios le pide a Abraham que lleve a su hijo para ser sacrificado. Estaba en cuarto grado y quedé impresionado con lo que narraba el maestro…¡no podía entender que un padre sacrificara a su hijo!

No es fácil referirnos a Abraham fuera del contexto religioso, porque lo poco que conocemos de él, es lo que narra la Biblia en el libro del Génesis; que viene a ser lo mismo que, con algunas modificaciones y divergencias, se consigue en la Torá de los hebreos, y también en el Corán, el libro sagrado de los musulmanes. Estas tres religiones -el cristianismo, el judaísmo y el islamismo- reconocen en el patriarca  Abraham su origen común. 

La Biblia dice que Abraham vivió en Ur, una ciudad de la que no se sabía prácticamente nada, a tal extremo que se llegó a pensar, por mucho tiempo, que era un nombre legendario y que por una tradición oral había sido incorporada a la Biblia. Pero a principios del siglo pasado, el arqueólogo británico Leonard Woolley sorprendió al mundo al revelar que en sus excavaciones había hallado los restos de la antigua ciudad de Ur, lo que permitió a los historiadores reconstruir la sociedad sumeria, la primera de las grandes civilizaciones que existieron en Mesopotamia.

Los sumerios eran un pueblo politeísta que, como muchas otras civilizaciones antiguas,  practicaban sacrificios humanos. Uno de esos sacrificios consistía en ofrecer al hijo primogénito, el cual era inmolado en acto religioso para asegurarse la bendición y la protección de los dioses. Abraham no era sumerio, era un semita, o sea, un descendiente de Sem, uno de los hijos de Noé. Para los sumerios, Abraham era un extranjero semita que, con toda su familia, había llegado como nómada a Ur.

Abraham, que había convivido por años con los sumerios politeístas, un buen día, descubre que hay un solo Dios. Es el primer hombre, del que históricamente se sepa, que asevera y defiende el monoteísmo. No solamente cree que hay un solo Dios, cree que ese Dios lo ha escogido a él como interlocutor, para hacerlo su instrumento, y con quien va a celebrar un pacto. Dios le dice a Abraham: “Deja tu país y a la familia de tu padre, anda a la tierra que yo te mostraré…haré de ti una gran nación.”  Abraham lo cree, abandona a Ur  e inicia una marcha que le tomará años, y que lo llevará a la tierra que Dios le ha señalado, la que llaman la “Tierra prometida”, que es Canaán.

Abram, que era el nombre original del patriarca, esta casado con Saray, una mujer estéril; que no le ha dado hijos. La ley que regía en esos tiempos, permitía al hombre repudiar a su mujer estéril, pero si la mujer le ofrecía una esclava que pudiera concebir, entonces esto permitía que el hombre no repudiara a su mujer legítima. Y esto es lo que hace su esposa Saray, que le entrega una esclava egipcia llamada Agar y de esta esclava tiene Abram su primer hijo. Este hijo, llamado Ismael, es a quien se refiere toda la tradición del pueblo árabe, todos los árabes se llaman por eso “Ismaelitas”, porque todos ellos trazan su ascendencia hasta Ismael. Según el Islam, Ismael construyó, junto con su padre, La Meca, la ciudad natal del profeta Mahoma.

Después de aquel pacto con Dios, éste le cambia el nombre de Abram por el de Abraham, que significa “Padre de muchas naciones”; y a su mujer Saray la va a llamar Sara, y, como testimonio de esa lealtad adoptará la circuncisión. Es desde entonces que el pueblo hebreo, la descendencia de Abraham, practica la circuncisión, que es el signo de su alianza con Dios. 

Abraham tenía cien años de edad y Sara noventa cuando le anuncian que le va a nacer un hijo de Sara, cosa que él no cree y que hace reír a Sara. Va a nacer este hijo de la vejez de ambos, que se llama Isaac. Cuando está lleno de alegría por ese hijo, hay una voz de lo alto que le ordena llevar al niño para sacrificarlo. Abraham obedece, pero en el momento en que alza el cuchillo, Dios lo detiene y le dice que no lo haga, que basta con la intención y en su lugar provee un cordero para el sacrificio. Este hecho que, como dije en un principio, me impresionó mucho en mi clase de Religión, me tomó un buen tiempo para entender que se trataba de una prueba de su fe y obediencia a Dios.

El nacimiento de Isaac ha sido motivo de controversia sobre cuál de los dos hijos de Abraham es el legítimo primogénito. Las tres religiones abrahánicas coinciden en que es Ismael; no obstante, la tradición judeocristiana da una preferencia a Isaac, mientras que los musulmanes se decantan por Ismael. 

Abraham muere en Canaán, después de Sara y a ambos les entierran en una cueva que se llama “Macpela”, sobre la que se construyó posteriormente una mezquita árabe. Ésta edificación aún se mantiene en pie, es conocida como la Tumba de los Patriarcas, y se encuentra en la ciudad de Hebrón, a 30 kilómetros al sur de Jerusalén. 

Los hallazgos arqueológicos de Woolley vinieron a restituirle a Abraham su figura histórica. La Biblia lo presenta como un hombre común y corriente, nada extraordinario. No lo muestra como un ser sobrenatural ni como un hombre que hizo milagros; sin embargo, en la historia de estos 4000 años de vida civilizada, millones de fieles de tres religiones distintas, siguen viendo a este verdadero padre de muchedumbres como la fuente original de sus creencias, como el hombre de dónde arranca la espiritualidad de la humanidad occidental.

Lionel Álvarez Ibarra

Junio, 2023

Facebook
Twitter
WhatsApp
LinkedIn
Pinterest
Previous
Next
Previous
Next

Economía

Política

WP Radio
WP Radio
OFFLINE LIVE
Scroll al inicio