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El octubrismo

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(Por: Nelson Acosta Espinoza)

Definitivamente octubre es un mes emblemático. Por un lado, en cualquiera de sus versiones, se conmemoran la llegada a nuestro continente de Cristóbal Colón. La expresión más extendida que describe este acontecimiento histórico es <<descubrimiento de América>>. Sin embargo, esta denominación es criticada por diverso sectores y estudiosos.
De hecho, en los últimos años se ha desarrollado una confrontación, con tintes políticos, vinculada al uso de los términos Día de la Raza, Día de la Hispanidad, Día de la Resistencia Indígena, entre otros. Este debate se inicio en el año 1992, con ocasión del V centenario de la llegada de Colón a América. Particularmente, el Presidente Maduro aboga por el término “día de la Resistencia Indígena” y en consecuencia propuso cambio de nombres a diversas obras de naturaleza pública.
En esta “honda” el PSUV aprobó un instrumento legal que denominó “Ley Constitucional contra el Bloqueo”. Se supone que dotará al Estado venezolano de las capacidades institucionales, jurídicas y de herramientas para enfrentar y superar la supuesta agresión imperialista a que está siendo sometida nuestra nación. Revisando las opiniones emitidas por algunos expertos me es posible subrayar algunos aspectos estratégicos. En principio el instrumento legal pretende dotar al Estado de la capacidad de disponer bienes públicos de todos los venezolanos sin ningún tipo de control, sin pasar por los necesarios procedimientos de licitaciones o de concesiones. La discrecionalidad que caracteriza el accionar político del madurismo intenta extenderse al Ejecutivo Nacional.
Por ejemplo, los artículos 24 y 26 del documento señalan: “El Ejecutivo Nacional podrá proceder a la organización y reorganización de los entes descentralizados con fines empresariales, dentro y fuera del país, en procura de su modernización y adaptación a los mecanismos utilizados en la práctica internacional, adecuados al objeto y fin del respectivo ente, mejorando su funcionamiento, relaciones comerciales, financieras o la inversión del Estado venezolano”.
En fin, este documento, “pretende erigir al Poder Ejecutivo como un único Poder Público, crear un totalitarismo en el sentido estricto del término, por darle un poder total a la Presidencia de la República”.
Este mes de octubre cobija otra significación. Su naturaleza es política y expresa el
nacimiento del actual ordenamiento político democrático. Me refiero, desde luego, a la Revolución de Octubre (1945-1948). Suceso político trascendental que introdujo profundo cambios en el sistema y cultura política que prevalecía en la época. De acuerdo a Simón Alberto Consalvi “ningún otro suceso tuvo su profundidad, ni sus objetivos, ni sus conquistas.  Entre sus principios fundamentales se inscribió el derecho al ejercicio de la soberanía popular, la modernización del país, las reformas políticas, económicas y sociales negadas por la vieja estructura del poder, en alianza con los poderosos intereses extranjeros que dominaban la economía nacional y condicionaban la política desde la aparición del petróleo en la primera década del siglo”.

Sin menoscabo de la certeza de esa afirmación es sensato reconocer que el régimen en la actualidad se encuentra agotado y bajo el asedio de fuerzas contrarias al ordenamiento democrático. Estamos confrontando una situación compleja y riesgosa. Los canales institucionales diseñados para promover y llevar a la práctica los cambios necesarios no existen. Los actores políticos tradicionales se encuentran desprovistos de narrativas ajustadas a las circunstancias. En su lugar, una suerte de pragmatismo clientelar prevalece en sus lógicas organizacionales. La población sumida en pobreza extrema no tiene formas de expresar su descontento y resistencia. No se ha elaborado el relato apropiado que procese el malestar ciudadano y lo transforme en conducta política colectiva.
Parece, entonces, que es indispensable abrirse hacia otras posibilidades y/o actores. Me parece apropiado volcar la mirada hacia una experiencia fallida (COPRE) pero que puede arrojar luces en la construcción de una alternativa al actual sistema político. Lo que intento subrayar es que debemos intentar involucrar a la sociedad civil activa en la construcción de esta nueva narrativa política. Tarea en la cual deberían participar universidades, empresarios, iglesia, sindicatos, etc.
Existen las condiciones objetivas para impulsar una nueva “Revolución de Octubre”. Sin embargo, hace falta crear y promover las de naturaleza subjetiva. La experiencia histórica octubrista muestra que cuando se tiene claro las metas y existe un liderazgo del tamaño de las circunstancias las dinámicas sociales se activan. Hay que entender que recae en todos la responsabilidad de recuperar la democracia.
Aquí compartimos la aseveración del historiador Germán Carrera Damas: “El punto crítico de estos procesos, funcionalmente interrelacionados, se advierte cuando la determinación de vivir en Democracia deja de descender, primordialmente, desde El Poder político hacia La Sociedad; y, en cambio, asciende desde La Sociedad hacia El Poder político”.

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