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El final del camino

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Columna: Diálogo entre nosotros, la gente común

(Por: César Guillén Citterio)

Venezuela llega a su final, ha liquidado todos los recursos del tesoro y es un lamentable ejemplo de la corrupción y la falta de identidad nacional en todas sus escalas. Un país manejado por una red de izquierdistas de estilo latino-comunistas y factores islámicos radicalizados, símbolos inequívocos de la frustración. Una indiferencia que se demuestra cuando mueren decenas de niños, mientras aumentan los escándalos del lavado de dólares, los vehículos de lujo, una grotesca ostentación y los atropellos de los cuerpos de seguridad, donde abunda la ambición y el resentimiento social.

La incapacidad y la ambición disfrazada de liderazgo social, ha generado un descalabro político-económico y un retroceso social que costará recuperar. El problema sigue siendo el de alcanzar el bienestar sin ningún esfuerzo, de allí que unos prefieran los negocios al margen de la legalidad y los más pendejos el seguir percibiendo las migajas y limosnas. Muy pocos asumen el sacrificio para afrontar los cambios que necesitamos y que siguen a la espera de soluciones desde el extranjero.

Todos aquellos socialistas venezolanos que denunciaban el monopolio de la prensa, el exceso de guardaespaldas y grotescos privilegios, son ahora un ejemplo de la hipocresía. Era sólo la expresión del resentimiento y la envidia, solapada en las mentiras de la igualdad social. Mientras el país se despedaza en todos sus ámbitos, vemos las propagandas del régimen con los marginales de espíritu bailando y pegando saltos como en un circo, alabando un país que no existe. La degeneración social.

Esa costumbre de vivir a costa de un estado despilfarrador lo ratificó esta Revolución Bolivariana. El dinero nos sobró, no para impulsar el trabajo y el bienestar, sino para oscuras aventuras de una izquierda tutelada por el caudillaje militar, demostrando más codicia que un ideal. Con las actuales revelaciones de altos personeros detenidos y ligados íntimamente al gobierno ya no es una “manipulación del imperio” lo del desfalco a la nación y sus implicaciones criminales, pues parte del dinero de la corrupción está depositado en ese país.  

Siempre se ha utilizado el resentimiento social para atacar el sistema democrático, sin saber que esta es una conducta individual. El resentido social es rencoroso, de conducta irresoluta y ambiciosa; él es hipócrita y siempre está rodeado de ambiguos y de personalidades problemáticas. Los complejos por la raza y lo social, la condición sexual y la frustración profesional, se denotan en cada paso de sus actuaciones. Gracias a estos genuflexos de Cuba, millones se han ido y estamos perdiendo nuestro gentilicio, nuestras tradiciones y nuestras costumbres.

Un Ministro de Agricultura, dijo que un médico tenía que ganar igual que un agricultor, otro de finanzas afirmó que había que mantener al pueblo en la pobreza y uno de Educación explicó que no se podía educar mucho al pueblo porque se convertía en un burgués. Por otro lado, un sector opositor lleno de fracasados políticos, son ahora colaboracionistas tarifados. Ejemplos contundentes del daño que esta conducta produce al detentar el poder, cuanto más grave, si es el poder de las armas.

El trabajador honrado que por años ayudó a construir este país, no pudo salvar a su familia, por carecer de un trabajo decente y de un sistema social y de salud justo. Mientras, los familiares de esta cúpula disfrutan de inmerecidos privilegios. Familias extranjeras a las cuales se les brindó la oportunidad de prosperar aquí, nos han dado una puñalada y presentándose al saqueo optaron por huir al exterior. Muchos periodistas y personajes de la farándula, muestran su asquerosa complicidad para esta farsa. Ya tendrán que rendir sus cuentas.

Es por ello que las ideologías en los países avanzados se alinean fundamentalmente con la conducción por los más capaces y equilibrados, por el desarrollo industrial, el crecimiento económico y el empleo. Si no se detiene el afán burocrático en manos del resentido social y del mercader que no le importa la proveniencia del dinero, nos mantendremos en una recesión sin límites, en ese ciclo nefasto de la pobreza y la esperanza. Quizás a estas alturas, ya solo tengamos una sola oportunidad.

“No hay peores tiranos que los esclavos, ni hombres más soberbios que los salidos de la nada”.   (Proverbio romano) ……

CESAR GUILLEN / FEDEPETROL-CARABOBO

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