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El comercio de la atención

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Columna: Mejor Vivir

(Por: Arnaldo Rojas)

Una de las grandes paradojas de nuestra era digital es que a pesar de disponer de mayor cantidad de información estamos menos informados y cada vez somos menos atentos y analíticos, casi nos hacen perder la capacidad de pensar. ¿Cuál es la causa de este fenómeno? Algunos especialistas se están ocupando del tema.

Tim Wu es uno de ellos. Aparte de  ser profesor de Derecho en la Universidad de Columbia, es especialista en telecomunicaciones y se ha convertido en uno de los más lúcidos analistas de los efectos que tiene la tecnología en nuestra sociedad. Entre sus aportes se cuenta haber acuñado el término “net neutrality” (neutralidad en red) un principio según el cual los proveedores de servicios de Internet y los gobiernos deberían regular los datos que se transmiten por la web para garantizar su “neutralidad”, es decir su imparcialidad y evitar la manipulación a favor de determinados intereses. Principio que, como todos sabemos, es violado constantemente.

En su libro más reciente “Comerciantes de la Atención” (Agosto 2020), Tim Wu hace una descripción reveladora y urgente de cómo la captura y reventa de la atención humana se convirtió en la industria definitoria de nuestro tiempo. Traza la historia del comercio de la atención, es decir, de las empresas y negocios que se dedican a captar la atención humana para vender anuncios o, más recientemente, para extraer datos que permitan manipular ideológica, política o económicamente a determinada audiencia, perversa función de la psicometría y el Big Data. Esto tiene sus orígenes por lo menos en la década de 1830 en las publicaciones sensacionalistas de algunos diarios (el famoso “amarillismo”) y alcanza su madurez y sofisticación, por supuesto, en Internet y la ahora llamada “economía de la atención”. Porque en este momento en que el acceso a la información es prácticamente ilimitado, nuestra atención se ha convertido en un producto fundamental para el mercado.

Wu se basa en la observación del Premio Nobel de Economía, Herbert Simon: En un mundo muy rico en información, esta riqueza significa carencia de otras cosas: una escasez de aquello que esa información consume. Lo que la saturación informativa consume es un tanto obvio: consume la atención de sus receptores. De allí que tanta información crea una pobreza de atención, ya que el receptor no alcanza a ubicarse eficientemente entre la sobreabundancia de fuentes informativas.

Muchos investigadores coinciden en que un diagnóstico general de la sociedad moderna muestra que todos tenemos déficit de atención, como consecuencia de la hiperestimulación a la que estamos sometidos. En casi todos los momentos de nuestras vidas, nos enfrentamos a un aluvión de mensajes, rumores, seducciones publicitarias, marcas, fake news (noticias falsas), deep fakeclick bait  y otras trampas para atraer nuestra atención. Nunca antes hubo tantos estímulos. Recibimos gran cantidad de información pero de menos calidad y esta hiperestimulación está atrofiando nuestra capacidad de discernir y filtrar lo que recibimos y terminamos desinformados.

Pocos momentos o espacios de nuestra vida permanecen sin ser invadidos por los «comerciantes de la atención», contribuyendo al clima desenfocado y distraído de nuestro tiempo. El negocio de las  empresas transnacionales depende de eso.

Tim Wu argumenta que esta condición no es simplemente el subproducto de innovaciones tecnológicas recientes, sino el resultado de más de un siglo de crecimiento y expansión en las industrias que se alimentan de la atención humana. Desde el nacimiento de las agencias de publicidad hasta la explosión de la web móvil; desde la invención del correo electrónico a los monopolios de atención de Instagram, Twitter, Google y Facebook; desde el show de Ed Sullivan a marcas famosas como Kim Kardashian y Cristiano Ronaldo, el modelo de negocio básico de los «comerciantes de la atención» nunca ha cambiado: diversión gratuita a cambio de un momento de su atención, vendida a su vez al anunciante con las mejores ofertas. Wu denuncia el asedio implacable de nuestra conciencia, desde el control remoto hasta la transmisión de grandes eventos públicos. Pero deja en claro que “estos comerciantes de la atención mantienen una lucha permanente por entrar en nuestras cabezas”, incluso sus medios para entrar en nuestras mentes están cambiando nuestra propia naturaleza (cognitiva, social, política y de otro tipo) de formas inimaginables.

Es motivo de preocupación y merece reflexionar sobre esta relación bidireccional entre la información (especialmente cuando es presentada en estímulos agresivos) y la atención. La información promovida por los comerciantes de la conciencia demanda nuestra atención y cuando somos precavidos y no se la damos, desarrollan técnicas sutiles y descaradas (como el Click bait) para pescarnos.

Hasta hace poco se creía que más información siempre era equivalente a un beneficio, pero hoy  más que nunca tenemos que cambiar de punto de vista y tener más claro que existe mucha información chatarra que debemos saber filtrar y desechar para liberar espacio físico y mental. Para poder movernos con libertad en este mundo digital debemos aprender a cultivar y controlar nuestra atención, lo cual significa, en parte, renunciar al exceso de información. No olvidemos que todo exceso es negativo.

Ilustración: Ahmad Rahma, Turquía.

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