Fanny Gutiérrez.- Los motorizados en la Gran Valencia, siguen desobedeciendo a las autoridades policiales que semana tras semana salen a las calles a fomentar la educación relacionada con uso del casco de seguridad, el respeto al rayado, el cambio de los colores del semáforo, el cinturón de seguridad, no transportar más de dos personas en los caballitos de acero, así como otras señales de tránsito terrestre que son violadas constantemente.
Pareciera que los discursos y charlas durante los despliegues de seguridad en las diferentes zonas, no le llegan a la conciencia de los motorizados, tampoco entienden que la prevención es por su bien, y el de su familia.
Si tan solo comprendieran que las emergencias de los hospitales públicos están congestionadas de tantos ingresos por traumatismos, derivados de accidentes viales, entre otras causas, y los nosocomios no cuenta con los suficientes insumos médicos y camas de hospitalización, mermaría la imprudencia a la hora de conducir.
Lilian Romero, experta en vialidad e instructora de manejo defensivo y educación vial, prevención de accidentes viales, señaló a través de su cuenta IG que “ si la gente supiera cuánto se gasta en servicios médicos privados dependiendo de la ciudad de Venezuela donde resida, después de ser víctima de un siniestro vial, respetaría más las señales de tránsito”.
A manera de ejemplo, indicó que “si un motorizado sufre una fractura y su condición general es estable, debe desembolsar entre 3 mil y 4 mil dólares por el yeso y radiografía; ahora bien, un día en la Unidad Cuidados Intensivos, equivale a mil 900 a 3 mil 500 dólares, dependiendo de la clínica; y un paciente poli traumatizado debe cancelar un aproximado de 9 mil dólares, sin contar los gastos a realizar para sacar el vehículo en cualquier estacionamiento o depósito de tránsito terrestre, reparar el daño o comprar uno nuevo”.
Hace una semana atrás, todos los cuerpos de seguridad de la Gran Valencia se desplegaron en diferentes zonas realizando operativos, pero este fin de semana, pareciera que se olvidaron que la tarea debe ser constante y bajaron la guardia, descuidando el programa de prevención.
A algunos se les observó sin casco de seguridad, otros los llevaban en las manijas de la moto, o en el puesto del copiloto, mientras que algunos los tenían en las manos o en las piernas, pero menos en el lugar donde debería llevarse.
La falta de conciencia es general, ni siquiera los uniformados de cualquier cuerpo de seguridad se escapan de esta desobediencia, vale la pena preguntarse, si las sanciones son la única alternativa existente para que los motorizados o transportistas comprendan que deben ajustarse a la ley.
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