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Columna: «Violencia, Cultura y Religión» desde este viernes con el padre Luis Eduardo Martínez

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Carabobo Es Noticia crece con plumas brillantes. Al staff  de articulistas se incorpora el presbítero Luis Eduardo Martínez Bastardo, fundador de la parroquia Jesús Buen Pastor,  quien desde este viernes presentará a nuestros fieles lectores  su columna con el nombre:  “Violencia, Cultura y Religión”, en  la sección de Opinión.  

“Violencia, Cultura y Religión quiere ser un espacio para que nos encontremos, miremos nuestra realidad y la proyectemos de otra manera”, es una de las premisas del padre Luis Eduardo Martínez.

Justamente cuando realizaba sus estudios superiores en Roma, el Trabajo de Grado para optar al título de Licenciado en Filosofía en la Universidad Gregoriana, tiene que ver con estas tres palabras y su repercusión en Venezuela como fenómeno político. De eso se trata esta propuesta que desde este viernes comienza y espera se prolongue en la prosecución del tiempo.

Luis Eduardo Martínez Bastardo, nació en Maracay,  estado  Aragua, el 22 de enero de 1976. Realizó sus estudios de primaria en la Escuela Básica Estadal Mariano Picón Salas en La Julia y los de secundaria en la Unidad Educativa Luisa Cáceres de Arismendi en Turmero, formando parte de la primera promoción de bachilleres.

Ordenado sacerdote el 27 de enero de 2007, el padre Luis Eduardo Martínez  es Licenciado en Teología y Filosofía,  egresado de la Universidad Católica Santa Rosa, donde obtuvo  la mención honorífica Cum Laude. Desde el año 2005 hasta el 2017 fue parte del cuerpo profesoral del Seminario Diocesano María Madre de la Iglesia de la Diócesis de Maracay y de la Escuela de Teología para laicos San Justino.

Se desempeñó como profesor de en el Instituto Pedagógico Rural El Mácaro en Turmero, estado Aragua. Ha ejercido diversos cargos en la Diócesis de Maracay, miembro de la Comisión Diocesana para el Año de la Eucaristía (2003-2004); miembro de la Comisión Diocesana para la celebración del Tricentenario de Ntra. Sra. De Belén, patrona de Aragua, (2007- 2009);  director del Secretariado Diocesano de Ministerios Laicales y Diaconado Permanente (2007); fundador y director del Secretariado Diocesano de Liturgia y maestro de las celebraciones litúrgicas diocesanas (2004-2008), entre otros.

Desde el año 1999 fue articulista de la Revista Candelaria de Turmero. Se ha desempeñado como profesor del Instituto Pedagógico de Maracay, Rafael Alberto Escobar Lara. Fue Secretario ejecutivo de la Comisión Diocesana para la celebración del centenario de las Apariciones de Nuestra Señora de Fátima (Abril 2016 – Diciembre 2017)

En el año 2013 terminó en UPEL  en Maracay,  la Maestría en Educación,  mención Orientación. En agosto de este año es enviado a la ciudad de Roma (Italia) a realizar estudios superiores en la Pontificia Universidad Gregoriana, donde obtuvo el título de Licenciado en Filosofía siendo merecedor de la mención honorífica Magna Cum Laude y realizó, en la misma ciudad de Roma, el Máster titulado: San Agustín, estudios y espiritualidad en el Instituto Patrístico Agustiniano, becado por la Fundación Pontificia Joseph Ratzinger-Benedicto XVI.

Fue Rector de Seminario Diocesano María Madre de la Iglesia de la Diócesis de Maracay y Director de extensión del Núcleo Maracay de la Universidad Católica Santa Rosa.

Realizó su labor docente en los niveles de pregrado y posgrado de la Universidad Católica Santa Rosa; la Universidad Bicentenaria de Aragua y la UPEL-Maracay.

Además prestó su servicio sacerdotal en la parroquia Sagrado Corazón de Jesús en La Armenia en la ciudad de Quito, Ecuador; fue profesor del Seminario Arquidiócesano San José de Quito, y profesor del Diplomado on line de Catequesis que ofrece la Conferencia Episcopal de Ecuador. Estuvo como vicario Parroquia de la parroquia San Rafael Arcángel de la urb. Michelena en la Arquidiócesis de Valencia en Venezuela y actualmente es párroco fundador de la parroquia Jesús Buen Pastor en la Urb. Los Caobos, de la misma ciudad. También se desempeña como Defensor del Vínculo del Tribunal Eclesiástico Arquidiocesano. De la misma manera, en la actualidad, es participante del curso de Doctorado en Educación en la Universidad de Carabobo, Valencia.

Origen de la columna

En torno al origen de la columna, el presbítero señaló que la historia siempre es compleja. Desde que Venezuela nace, toda su historia republicana ha estado marcada por elementos determinantes que están en el ADN de la nación. Estos elementos se
convierten en nuestra definición sociológica y al hablar de definición emerge también la palabra “categorías”; todas ellas para expresar una condición sustantiva, esencial.
«Si algo nos ha estado preocupando desde hace varios años a los venezolanos, y concretamente desde la historia reciente, ha sido cómo la violencia se ha ido convirtiendo en una cultura (o subcultura para seguir las nomenclaturas tradicionales), es decir, cómo la violencia se ha manifestado “religiosamente”, o lo que es igual, creando vínculos emocionales que se afloran a la hora de defender
posturas, manifestar opiniones o expresar ideas. Incluso en los ámbitos de la religión,-entendida como la expresión de fe-, la violencia se ha hecho cultural en algunos estratos sociales, desdibujando totalmente la razón de ser toda religión, que es crear espacios de paz».
«La situación que atravesamos de sobrevivencia nos ha llevado a dejar de pensar. Pasamos el día preocupados por la inmediatez, no solo por las cosas inmanentes, sino también por las cosas que representan resolver el día a día, aunado a esto se encuentra el fenómeno que más daño le ha hecho a la historia de la humanidad: la Polarización; el desarrollo de los años parece que nos obligan a ver las cosas negras o blancas, y eso nos obliga también a estar de un lado o del otro y así no podemos pensar, no metabolizamos lo que nos rodea; no podemos analizar, de-construir, para elaborar un discurso lógico y crítico. El recordado Cardenal Carlo María Martini decía; “en estos momentos es más importante hacer que la gente piense a que la gente crea”.
«Este espacio quiere proporcionar una tribuna para el pensamiento, para que nos podamos detener a aplicar la reditio completa, como le gusta decir a los escolásticos, para que reflexionemos, para que nos hagamos una imagen correcta de la realidad y la podamos analizar para aportar soluciones concretas que deben emerger de los venezolanos, de los ciudadanos venezolanos.
Entre esos elementos y/o categorías que nos definen hay algunos que se han perdido o se están perdiendo. La gravedad del tejido social, el deterioro de la sociedad, la agresividad como muestra de aprovechamiento, la decadencia de modales, el irrespeto a la vida, aceptar la disidencia; la banalización de la muerte agregándole elementos que no le son propios; la idolatría del poder y del dinero, la oferta de la mediocridad que se impone a la demanda de lo fácil y rápido son algunas de las cosas que no se
van a resolver con un cambio de gobierno o con la llegada de las inversiones al país. La sociedad venezolana se encuentra en un colapso ciudadano, en el cual ha desaparecido, incluso, esta palabra: ciudadanía».

«El sistema educativo forma parte de la emergencia que acabamos de describir, se nos han idomuchos venezolanos que aportaban al país y proponían un futuro distinto desde la educación. Las universidades y las escuelas, así como los institutos de educación media parecen estar en deuda con la sociedad. Necesitamos ver el producto de la educación que debe materializarse con ciudadanos que viven las virtudes, que construyen la ciudad y que son conscientes de las necesidades de la polis», sostuvo el padre Luis Eduardo Martínez.

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