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Ciudades inteligentes, sostenibles y resilientes para el futuro

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Hace pocos días leíamos a Miguel Henrique Otero, en una edición aniversaria de El
Nacional, mencionar que al menos 5 mil millones de personas en el mundo poseen un
teléfono móvil, lo que representa al menos el 70% de la población mundial. Esto, sin duda alguna, nos habla de la irreversible era digital que vivimos.
Esta realidad tuvo su aceleración en tiempos de la pandemia, en la que el trabajo
teledirigido pasó a constituir la rutina de la sociedad moderna. La presencia humana pudo solucionar el asunto del tiempo y la distancia y así, por ejemplo, un neurocirujano puede intervenir a un paciente a miles de kilómetros de distancia.
En Venezuela un grupo de parlamentarios insistimos en el Proyecto de Ley de Ciudades Inteligentes, Sostenibles y Resilientes para que el Estado , junto al gobierno, los sectores privados y académicos ayuden a construir una arquitectura tecnológica que devuelva al país a los retos del mundo moderno.
La crisis en la que nos sumergió el gobierno de Nicolás Maduro amerita un esfuerzo vertical, que no solamente aborda lo económico, sino lo tecnológico y científico. Este proceso deberá ser una transición inaudita en el país, que cubra desde la educación digital, hasta la incorporación de las universidades e instituciones de educación superior a los procesos productivos en las fábricas, para hacer una armonía entre ciencia y economía que nos empuje al futuro.
En nuestro caso es imprescindible una inversión importante en el tema de la red de
telecomunicaciones, que permita contar con la estructura adecuada para una sociedad digital, en la que la conectividad no sea un impedimento para el funcionamiento de esta empresa histórica.
Imaginemos una sociedad que venza las limitaciones de las viejas tecnologías, y que ponga al alcance de nuestra gente los recursos necesarios para el crecimiento científico. Esto tendría sus repercusiones inmediatas en lo económico, desde el ámbito comercial hasta el financiero, sin mencionar las ventajas educativas.
Se trata de la oportunidad de recuperar todo el atraso que vivimos y seguimos
experimentando por la ausencia de clases presenciales, precisamente por la falta de
recursos tecnológicos para asegurar a cada niño y estudiante de la República, un equipo para su estudio. Aquí, esta Ley tiene el reto de establecer los mecanismos económicos para sustentar y financiar esta actividad, que sin duda alguna marcará una nueva era de la historia de Venezuela.
Así como alguna vez, a mediados del siglo XX en Valencia nació la base legal para permitir la instalación de la Ford Company y con ella una era industrial que marcó una época, así la Asamblea Nacional de hoy, haciendo un ejercicio dialéctico de consenso entre los contrarios, será la que sentará las bases de la Venezuela digital de los nuevos tiempos.
Una Venezuela en la que nuestros empresarios puedan poner sus productos en cualquier parte del mundo, con tan solo un click o una pantalla telefónica; donde nuestros jóvenes puedan formarse a distancia en las mejores universidades del mundo para emplear su intelecto en el país; donde la medicina, robótica e industria en general nos recupere de tantos años de atraso y pobreza en la que nos sumergió el socialismo.
No es fácil pero tampoco imposible, si la voluntad política y el espíritu de progreso se
conjugan, tendremos la posibilidad de hacer la historia que merecemos. Para nada
debemos pensar que no se puede hacer. En una visita que hacíamos a la Directiva de
Capemiac en la zona industrial, me preguntaban ¿ si no estaba yo demasiado futurista al introducir este Proyecto de Ley Orgánica de Ciudades Inteligentes ante la Secretaria de la Asamblea Nacional en este momento histórico que vive el país? A lo cual respondí : ¡ NO!
Debemos mirar al país hacia el futuro, construir desde ahora la Venezuela que queremos, tal como lo hizo Betancourt, cuando sentó las bases del desarrollo y progreso del país.
Cuando él pensó y luego construyó las bases de la electrificación de todo el país, quizás alguien en algún remoto caserío donde la luz llegó, pensó que era imposible que eso ocurriera y ocurrió. Ahora miremos a las Ciudades Inteligentes como la solución sostenible para volver a vivir mejor.

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