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Bicentenario adentro

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La historia tiene su utilidad en la creación de un sentimiento nacional, que impulsa a las nuevas generaciones a honrar la memoria de sus libertadores, a través del trabajo, el progreso y un profundo amor a la Patria. Lástima que a veces los malos gobiernos la usan de catapulta a una vacía propaganda, llena de ruido y acéfala de cualquier norte lógico.
Este mes celebramos los 200 años de la gesta independentista del 24 de Junio de 1821, cuando su excelencia Simón Bolívar, junto a sus generales republicanos le arrebataron al imperio español la libertad de Venezuela, en la gloriosa Batalla de Carabobo.
Bolívar había dispuesto una estrategia sorpresiva y revolucionaria, que dejó atónitos a los experimentados hombres del mariscal Miguel de La Torre, que a pesar de haber triunfado en las guerras napoleónicas, no pudieron aguantar la embestida de un iluminado Bolívar, juntos a sus hombres.
El general Cedeño, era el encargado de penetrar por medio de las filas realistas, mientras que Plaza, aprovecharía el flanco derecho español, que según los informes de inteligencia del Ejército Libertario, presentaba grandes y aprovechables fallas. Todo esto siempre bajo la colaboración invaluable de la experticia inglesa y la astucia llanera de José Antonio Páez y sus lanceros, que pasaron a la historia como aquella fuerza élite que por donde pasaban sembraban terror y muerte en las filas enemigas.
Pero lamentablemente la historia nunca se queda en el olimpo de los dioses , donde nuestra memoria y anhelo pretenden mantenerla impoluta y eterna. Luego de aquella decisiva batalla, Venezuela vivió una seguidilla de levantamientos internos, producto del caudillismo militar, que se pugnaba el poder político entre las castas poderosas: montoneras, guerras civiles, levantamientos militares que parecían no tener fin, hasta que en 1958 llegó la Democracia a Venezuela, y con ella la tan anhelada libertad de nuestros padres de la Patria.
Escribo estas líneas no solo para honrar la sagrada memoria de los hombres y mujeres que dieron su vida para forjar la libertad de Venezuela, sino para poner la historia en su justo punto, que no es otro que la certeza de que la honra real a la gesta libertadora la dio la democracia de los gobiernos sucesivos al de Rómulo Betancourt, que sin miedo a equivocarme ostenta el título del segundo padre de Venezuela, después de Simón Bolívar, aunque muchos pretenden falsear los hechos con propaganda roja.
Es importante puntualizar el hecho público y notorio de que a propósito del bicentenario de la Batalla de Carabobo, el Ejecutivo Regional emprendió un sinnúmero de arreglos genéricos a vías, ornamentos y paredes de la región, lo cual aplaudimos.
Sin embargo, es mi deber señalar de manera respetuosa que con arreglos en la fachada no se mitiga la profunda crisis social interna que tenemos. Vemos cómo ornamentan de manera pintoresca los edificios de los sectores de La Isabelica y Ricardo Urriera, pero ¿ya solucionaron el problema de sus servicios públicos? ¿ya esos carabobeños cuentan con transporte y sueldo digno?, ¿acaso pintarles la avenida les soluciona el problema de la seguridad?

Entiendo que siendo Carabobo gobernada por el partido oficial, sea el deber del jefe
regional lucirse con un mega espectáculo patrio, pero es mi deber como diputado de la República y ciudadano de Valencia, puntualizar que la mejor manera de celebrar nuestro bicentenario de la libertad es con democracia, progreso y bienestar. Los carabobeños estamos ya agotados de tanta fachada y exigimos profundidad en la solución de nuestros problemas reales.
Nuestro pueblo merece respeto, no solamente porque depositaron en ustedes su confianza para la conducción de Carabobo, sino porque tiene años resistiendo la más dura crisis social que jamás ha atravesado la República desde la era de la Independencia. Aún así, hoy sigue de pie en sus luchas diarias, izando invisiblemente las banderas de la República, en cada esfuerzo y cada esperanza que siembran en el trabajo, el estudio y todo lo que sea de provecho a la Patria. Es nuestro deber como políticos y conductores sociales devolver ese gesto con seriedad y respeto a los ciudadanos.
El marketing político no sacia el hambre. La pintura no oculta la pobreza, por eso hago votos para que nuestro bicentenario sea tan digno como el evento mismo de 1821, que celebremos nuestra independencia con crecimiento y con prosperidad. Por eso invito a que salgamos masivamente a votar este 21 de noviembre, para hacer del bicentenario otro hecho histórico.

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