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¡Ay México, lindo y querido!

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Seremos claros. Ninguno de los sectores de oposición que hoy se sientan en la mesa de negociación con el Gobierno Nacional, en México, han sido consecuentes con la vía del diálogo, la ruta electoral y mucho menos la conciliación de los venezolanos. Solo han pensado en ellos, y en sus bolsillos. Que lamentablemente que se piense así, pero es lo que hay.
El Ejecutivo Nacional y su mando político han decidido no invitar a la Alianza Democrática a este nuevo episodio de conversaciones en suelo azteca, por presiones monárquicas – no entiendo la diferencia con el imperialismo – a pesar de haber logrado importantes avances, no solo para la oposición, sino para la democracia venezolana. Pero es ese, realmente su juego, dividir para derrotar. Ellos – el gobierno – aparecerá como los articuladores del diálogo y, la oposición los saboteadores, los que nunca se ponen de acuerdo.

No es poco decir, que luego de tantos años de señalamiento, intrigas y desconfianza
institucional, esta Asamblea Nacional (AN), junto a importantes sectores del país, hayamos logrado nombrar un nuevo Consejo Nacional Electoral (CNE) que dio paso a un proceso de megacomicios, en el que -incluso- los partidos que se habían declarado enemigos de participar en las urnas electorales, ya anunciaron candidatos. Son los contradicciones propias de algunos de estos sectores. Hoy sí , mañana no.
La Alianza Democrática decidió hace mucho apostar a los caminos de la constitucionalidad, sin mayor garantía que la fe de que en el otro lado de la orilla hay espíritus patriotas, que a pesar de nuestras irreconocibles diferencias, tenemos el principio ciudadano y civil de sentarnos a dialogar por el país.
Muestra de ello fue que, sin mayores condiciones a favor, y con una incesante campaña abstencionista, fuimos a las elecciones de diputados a la Asamblea Nacional, donde peleamos con las uñas para devolverle a la oposición la herramienta del voto, que algunos habían decidido tapar y negar al pueblo, movidos por intereses oscuros.
Es por eso que no deja de sorprender, que justo cuando el país se encamina a un escenario de elecciones, que pudiera devolvernos la confianza internacional, y que sería una muestra de que los venezolanos podemos dirimir nuestras diferencias internamente, se excluye a un importante grupo de la venezolanidad que cree en la política, la diplomacia y el entendiendo entre los hijos de la Patria. Ahora la verdad sea cierta, a nosotros nos preocupaba ir, porque las verdaderas intenciones del otro sector opositor no están claras, si solo van a defender los recursos financieros que ya manejan, o los verdaderos intereses de Venezuela.
Con suma preocupación, advertimos que en ocasiones anteriores el sector hoy invitado a México ha puesto obstáculos y trabas al proceso de negociaciones. No es nueva la actitud de intransigencia con la que se le da una patada a la mesa y se detienen acuerdos. Además que al ver que un grupo de conscientes patriotas nos quedamos a dar la cara por el país, nos acusan de alacranes, traidores y chavistas solapados.

Nos acompaña la sobria idea de que no importa si no es la Asamblea Nacional y los
partidos de la Alianza Democrática quienes representen a la oposición en México, sino que el proceso esté respaldado por la transparencia, la honestidad y el sagrado deber de poner a la Patria por encima de todo interés. Ojalá no se vuelva a usar la capucha, para ocultar el rostro de lo que realmente se persigue en México.
Esperamos que hoy, quienes nos atacaron en el pasado con insultos e improperios, puedan tener el valor de reconocer que la senda que abrimos fue la adecuada. Que la vía electoral es la oportunidad más importante que tenemos de lograr un cambio de gobierno y que nada, pero absolutamente nada es más importante para la República que la paz. Para mi en personal, es un alivio no estar representado en México. No quisiera ni imaginar, qué hacer, cuando la soberbia se levante de la mesa, por no cumplir sus pretendidos caprichos, y tener que decidir entre seguir en la mesa buscando acuerdos, o recibir otra vez una andanada de insultos por sensatamente quedarse a buscar soluciones. Ya sabemos pues: la ruta es electoral y el camino es la reconciliación y la paz.
Volveremos a vivir mejor, eso se los prometo.

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