Columna: Mejor Vivir
(Por: Arnaldo Rojas)
La Organización Mundial de la Salud (OMS) publicó en enero de 2019 una lista con las diez amenazas para la salud a nivel mundial, a saber: 1. Contaminación ambiental y cambio climático 2. Enfermedades no transmisibles (diabetes, cáncer, afecciones cardiovasculares) 3. Pandemia global de influenza 4: Entornos frágiles e inestables (personas que viven en precarias condiciones debido a guerras, migraciones masivas, poca higiene y/o limitado acceso a la salud), 5. Resistencia bacteriana a los antibióticos, 6. Ébola y otros patógenos extremadamente peligrosos, 7. Deficiente atención primaria de salud 8. Dengue 9. SIDA y 10. Movimiento anti vacunas.
Dos años después, al hacer un balance, encontramos que algunas enfermedades se repiten y ya son habituales en esta lista de amenazas que se viene publicando desde hace 30 años, como son los casos del sida, el dengue o el ébola. Mientras que otras dejaron de ser amenazas para convertirse en terribles realidades que enfrentamos actualmente. En esta oportunidad, vamos a referirnos a dos de ellas.
Pandemia
La OMS previó en 2019 que se esperaba que el mundo enfrentara otra pandemia, aunque indicaba no saber cuándo sería ni la gravedad de la misma y estimaba que podría ser de influenza (gripe). También informó que “con la ayuda de 153 instituciones en 114 países, monitoreamos constantemente la circulación de virus gripales para detectar las cepas que podrían desatar una pandemia”.
Como ya lo sabemos, la pandemia ya no es una amenaza sino que es real y sorprendió no solo a la OMS sino a la comunidad mundial, ya que no se trata de influenza sino de un nuevo virus, identificado como COVID 19, el cual “comenzó a circular” en el mes de octubre de 2019 en la ciudad China de Wuhan y que, hasta el momento, de redactar esta nota, ha cobrado la vida de más de 4, 5 millones de personas en todo el mundo.
Entre los aspectos positivos de esta pandemia es que le puso un freno al descontrolado estilo de vida contemporáneo, el confinamiento ha obligado a resignificar la vida, hemos cobrado mayor conciencia de nuestra vulnerabilidad como seres humanos, la actividad laboral se ha tenido que reinventar y la comunidad científica enfrenta con firmeza el reto de encontrar el antídoto eficaz. Afortunadamente, se han logrado generar en tiempo record vacunas eficaces, que deben renovarse ya que se trata de un virus que sigue presentado variantes. Pero científicos y trabajadores de la salud no bajan la guardia.
Algunos expertos consideran que, por lo menos, tardaremos unos dos años en salir de esta crisis sanitaria.
Antivacunas
Llama la atención que una de las peores amenazas advertidas por la OMS hace dos años fue la aparición de un grupo, muy activo en redes sociales, que no es un enfermedad, sino una amenaza más bien social. Es el llamado “movimiento antivacunas”. La OMS lo puso al mismo nivel de enfermedades mortales, bajo el nombre de «renuncia a las vacunas». Ante la irresponsabilidad de estos grupos, la OMS insiste en señalar que las vacunas previenen entre dos y tres millones de muertes al año. Y agrega, que de haber mayor cobertura, se evitarían 1,5 millones de muertes más. Señala que debido a la lamentable proyección de este movimiento, enfermedades que se encontraban controladas a nivel mundial, vuelven a convertirse en una amenaza. Por ejemplo, el sarampión, que aumentó en 30% sus casos.
Los principales motivos que alegan los “antivacunas” son: inconvenientes para acceder a las vacunas y la falta de confianza que se tiene en ellas. Lamentablemente, esta tendencia dejó de ser una amenaza y pasó a convertirse en un factor de riesgo altamente peligroso, ya que actualmente es considerable la cantidad de personas que se niegan a ser vacunadas.
Cabe recordar que la vacunación no es una decisión personal, es una responsabilidad social. El problema cuando las personas no se vacunan, es que podría decir que es una decisión personal y es su salud, pero sucede que no solo se podrían contagiar sino que pueden enfermar a gente que no está de acuerdo con ellos. Las vacunas tienen claramente un efecto individual que lo protege a uno pero, al mismo tiempo, tienen un efecto social. Si uno está protegido hace menos probable que sea fuente de infección para otros.
Las vacunas han sido fundamentales para el control de determinadas enfermedades y lograron erradicar otras gravísimas que azotaron a la humanidad como la viruela y la poliomielitis. Negar esta herramienta maravillosa es una total insensatez.
Ilustración: Alex Falco Chang