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Alianzas fatídicas

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(Por: Nelson Acosta Espinoza)

.-Es próxima la fecha en que se celebraran las elecciones parlamentarias en el país. Pareciera que no alcanzaron su objetivo los esfuerzos de un sector de la oposición democrática: suspender este proceso electoral hasta tanto las condiciones para su celebración no fueran las apropiadas. Es bueno resaltar que estos comicios se llevaran a cabo en el marco de una fuerte insatisfacción ciudadana por los asuntos públicos. Son varios los indicadores que miden este distanciamiento: falta de interés en la política, decrecimiento del apoyo a la democracia, pérdida de confianza en las instituciones democráticas y partidos políticos. En fin, se prevé que la combinación de estos factores será responsable de los niveles de abstención que predicen estudios de opinión.
Por otra parte, existe otra dimensión que cuenta para explicar este agotamiento. En el caso de la oposición se observan coincidencias tácticas desprovistas de planteamientos de naturaleza estratégica. Un pragmatismo “a ras del suelo” ha caracterizado el accionar político de fracciones de la oposición democrática. Conducta que ha sido responsable de la dificultad que ha tenido estos sectores para formular un proyecto país alternativo al vigente.
Me voy a detener brevemente en torno a esta idea. La siguiente afirmación puede parecer exagerada. Dos circunstancias políticas cuentan para explicar el desmoronamiento institucional de la democracia en el país. Primero, la incomprensión y la falta de apoyo a las reformas políticas y administrativas que diseño la COPRE (1984-1999. De haberse concitado el necesario acuerdo político, se habría iniciado el proceso de modernización del sistema democrático y se hubiera atacado sus fallas e insuficiencias. Sin embargo, la clase política de la época, temió o no comprendió apropiadamente la urgencia de las reformas y el peligro que acechaba a la institucionalidad democrática.
En su conjunto, los partidos políticos de la época no llegaron a comprender que su propia supervivencia estaba en juego.
En otro escenario y aunque parezca extraño uno de los responsable del hundimiento democrático fue el ex presidente Rafael Caldera. Enfrentado a la pérdida de popularidad y a la proximidad de las elecciones, en 1993 Caldera pronunció un discurso que se montaba en el mensaje revolucionario del entonces militar y golpista Hugo Chávez.
Si bien ese discurso impulsó su candidatura que gobernó Venezuela nuevamente, también legitimó la figura de Chávez, quien posteriormente fue electo como presidente de Venezuela. En lugar de denunciar a Chávez como un líder autoritario, las intervenciones públicas de Caldera no hicieron más que abrirle a Chávez las puertas a la política.
En fin, no fue el intento de golpe de estado el responsable de la llegada al poder de Chávez. Por el contrario la democracia le abrió las puertas. Los partidos políticos de la época no ejercieron su rol de gatekeepers de la democracia y no frenaron el crecimiento del autoritarismo chavista.
En otras palabras, es riesgoso para la institucionalidad democrática las alianzas de ocasión entre grupos partidistas con ideologías contrapuestas.
Estas fusiones pragmáticas suelen salir bastante mal. La reflexión viene a cuento debido a que los diversos frentes electorales organizados para participar en las elecciones carecen de un planteamiento programático que siente las bases para un proyecto país.
Los sectores democráticos tienen una tarea por delante. Conjuntamente con organizaciones de la sociedad civil deben organizarse para construir una salida política, económica, social y cultural alternativa al socialismo del siglo XXI.
Un proyecto que evite las tentaciones electoralistas y pragmáticas. Que se proponga, con seriedad, pensar al país a partir de otros parámetros que proporcionen los fundamentos liberales a nuestra democracia.
Una vez que el país recupere su normalidad institucional y se retome la senda de la verdadera democracia el espíritu renovador que anido en la COPRE será de gran utilidad. Hoy cuando el gobierno propone una nueva agenda social y económica estas pasadas experiencias servirán como punto de partida para la formulación de una nueva reforma del Estado.

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